viernes, 11 de octubre de 2019

Velar las armas

Siendo que muy probablemente estemos transitando los últimos días de "normalidad" antes del próximo ciclo de desenfreno circense al que nos someteremos, me llama la atención el nivel de abulia con el que nos lo estamos tomando.

Como si estuviéramos tomando carrera para un período por venir que oteamos demencial pero para el que, en el fondo, creemos tener las defensas preparadas como quien ya pasó por las paperas.

O eso, o somos unos pelotudos bárbaros, quizá sea una mezcla de ambas e intentar un análisis de esa mixtura se parezca demasiado a intentar recuperar la harina una vez hecho el bizcochuelo.

No se, tengo hasta la sensación de que somos la generación perdida de la Argentina, y que en un punto lo sabemos y nunca tuvimos real esperanza de vivir de otra forma. Entonces ya estamos como los soviéticos, haciendo chistes sobre el hambre en la interminable fila para recibir pan. Horas y horas de horror matizadas por comentarios de camaradería entre los condenados. Un patíbulo de humoristas, el stand up como deporte diario, mero reflejo irónico de la efigie de payaso triste de los encargados de conducir los destinos del país (por un precio).

Quizá sea mejor. Éramos mucho mejores cuando estábamos contra lo mismo. En este país, a la larga, está mucho mas cerca tuyo el que coincide en tus discrepancias frente a un tercero que el que tiene coincidencias parciales con tus posturas. 

Por eso disputo ese concepto de "la grieta". Nadie, en una posición de poder, en este país, ha intentado realmente generar una grieta. Menos aún, usar como grieta algo valioso, llamese La Ley, Los Valores, o lo que cuerno se les ocurra.

Lo que sí han hecho, con éxito pírrico, es generar "el otro lado de la grieta". Ninguno se define "somos así" (bueno, concedido, llegan hasta "somos esto"). Se limitan a definir al otro y marcar "no somos eso".

La trampa autoimpuesta del mecanismo de generación de un "otro lado de la grieta" ha resultado, para dos gobiernos consecutivos que quisieron situarse en lados opuestos, que la amalgama en contra es mucho mayor que la amalgama a favor.

Y bueno, quizá si nos toca volver a ser rejuntados como los anti, podamos volver a formar buenos lazos. Después de todo, parece que lo nuestro es un extraño caso de enfermedad de trinchera, una suerte de síndrome de Estocolmo con el kilombo.

Así que disfruten el calorcito y a velar las armas, que parece que nos toca otra vez.

miércoles, 4 de septiembre de 2019

Quo vadis?

Realmente pensé que escribía acá sólo para mi, pero resulta que algunos entran, leen y se van. Muy pulcros, quizá demasiado, dejan todo como estaba. Cero comentarios.

No da para dejar una firmita al pie aunque sea?

Quizá me cuenten qué les gustó y qué no, y podemos hacer de estos mamarrachitos algo mas interesante.

Los espero a la vuelta.

(Mención especial a los emiratíes. ESOS sí que me llaman la atención).


viernes, 30 de agosto de 2019

Memorias de una tragedia por venir - VI

So it happened at long last.

Les atacó el síndrome Fukuyama.

Tres años y varios meses llevamos en el clímax de una droga horrenda. La del ganar. Con una sobredosis en el medio. Tras la exitosa radioterapia democrática nos inyectamos una barata composición de tetrahidrato de Bullrich (básicamente cal apagada, inerte) que nos bajó las barreras de inhibición del horror de la conciencia de la enfermedad metastásica. El Kirchnerismo.

Nos sentimos inmortales.

Y entonces, por eso. Los dejamos ganar.

Cuando decidimos que los inmortales estábamos mas allá de los mundanos asuntos que ocupan a los preocupados por si finitud.

Ahora está agotándose el sedativo efecto de la droga maldita. Fuera opioides del sistema. Adentro, sin frenos, el dolor de la realidad. Pero... Por qué al estar drogados decidimos desnudarnos?

Queda a merced de la demencia un organismo recaudador que metería miedo a la Stasi. Un complejo de big data y segmentación que ya hizo temer a jueces y periodistas, es decir jueces en los claustros y jueces ante el público, por igual. Temen al punto de resignar sus voluntades a favor del abismo, intentando comprar una excepción a la Ley de Gravedad.

Podemos culparlos? Difícil. Ya estaban compuestos de gente particularmente horrenda. Habían pasado por el filtro de carencia de humanidad necesario para llegar a sus majestades, después de todo.

Pero el aparato que los atemoriza no es ficto. Convivió bajo nuestro aplauso desgraciado todo este tiempo. Agradecimos su ampliación. Festejamos sus logros. Cuccioli sonreía mostrándonos sus logros por encima de la inflación, y nos contaba "Lo que sabemos de vos".

Y nos hacíamos eco de sus logros. Los reproducíamos. Estamos por asignarlo graciosamente a los verdugos. Por negarnos a reconocer lo indefectible de la realidad numérica. Uno menos dos da negativo, sin importar cuánto se necesite menos dos para mejorar el indicador equis.

Forzamos la marcha para que menos dos no dejara de existir.

Hoy debemos uno.

Y el nuevo recaudador resulta ser sádico.

Olvidamos la elementalidad de

Legislar cuando gobiernan Los Buenos
Para cuando gobiernen Los Malos

Y entonces entregamos herramientas de último recurso a los accionadores de la normalidad.

La concha de tu puta madre, Fukuyama.

Tenías razón y no quisiste explicarla.

La Historia está llegando a su fin, pero no por sí misma, sino a manos de quienes imponen una mera lectura.

El problema surge cuando somos culpables de haber entregado a los censores la potestad de la pluma acusatoria.

Mejor puteemos a Francis y hagámonos los boludos. Como Felipe Solá. Capaz nos acomodemos en un puesto que agrade a los invasores.

Yo, por mi parte, desearé que cada uno de los que se identifique en el "nosotros" de la presente redacción sufra apenas, pero no menos que, la justa consecuencia de sus crédulos actos.

Que la Justicia no radica en un Palacio de mármol, sino en el amargo karma de la temporalidad.

lunes, 26 de agosto de 2019

Mustafá Ramone

The year is now sixteen eighty three
And I sent some guys to kill Christanity

But they never got back, they never got back
They never got back, they say

My turkmen thought it was an easy feat
But those freaking mounted poles are crazy as shit

So they never got back, they never got back
They never got back, they sa-ay

The West West West
Killed my Jihad at Wien
My janissaries
Lay dead at Wien

The West West West
Killed my Jihad at Wien
The Bey and the rest
Well dead at Wien, oh oh oh

(Muham..... Hey! .... Muham..... Ho!)

The year is now of sixteen eighty three
I had plans for a Madrassa in Berlin
But my army lays flat
My plans are now squat
And I think there comes the Varangians

My lads had gotten funny in Rhodes and Belgrade
And I thought hey look at Österreich, It's right there

But they never got back, they never got back
They never got back, they sa-ay

The West West West
Killed my Jihad at Wien
My janissaries
Lay dead at Wien

The West West West
Killed my Jihad at Wien
The Bey and the rest
Well dead at Wien, oh oh oh




viernes, 23 de agosto de 2019

Ocho


---…---
I.- Hospicio

Rough worn out cotton beneath
Soft cold mute plaster above
All is white, though poor the light
Aseptyc aesthetics to keep the healthy afar

In you go, to regain strength, yet they treat you as a weakling
And it’s tempting to believe you indeed may be
Beyond their best efforts to let you free to again wander the world
The hostile one that once already hit you hard enough to put you there.

 ---…---
II.- Cradle

La mano mece al objeto y no a la criatura, contenida en un horizonte limitado de fragancias y barrotes.

Arropado firmemente para limitar sus movimientos, por su propia seguridad, lo más importante en la vida de quien contiene ha abandonado la ventral madriguera, hacia una ficción de exterioridad.

Eficiente mitigación del riesgo que corresponde a otros, no queda otra cosa ocupando la mente que comer y dormir, las escasas funciones evolucionadas atentas a solucionar las pulsiones primitivas.

 ---…---
III.- Upa

Those arms that hold you will make sure
To keep you from falling
And prevent you from flying
As there is no rush to let you go
Nor there is will to have you away

It’s the kind of moment that should last forever
If it was up to the arms bearer, at least

---…---
IV.- Work

Entregarse a depender de terceros para obtener medios de cambio que liberan la propia volición. Rutina, paciencia, aceptación, obediencia, objetivos, recompensa. Tiempos repartidos, pasiones divididas. Plazos. La estructuración de la vida alrededor de un significante. Evitar que se convierta en un fin en sí mismo. Balancear la satisfacción, convertirlo en goce. Hallar la aguja en el pajar, entonar el grito de guerra. Dignifica. Plus valúa. Financia. Existe un grado de existencia intermedio entre el esclavo y el mercenario, es cuestión de ajustar variables.

---…---
V.- Misa

One to rule them all, the legate of inmanency commands the thoughts and words
Mantras arise from within even against the clouth of ignorance

A mass moves as a unity to worship the unity of a Trinity

Welcome is the relief from a sin that hasn’t been comitted
And from the need of conscious thought

---…---
VI.- Queue

La fila se expresa en infinidad de diferentes proporciones pero mantiene inmutable una característica en cualquier momento y lugar del Universo, la de parecerle innecesariamente tediosa a quien la integra. Es un espacio de igualación de diferentes sin otro sentido que llegar a. Es la negación del hacer como momento previo al hacer, el necesario descenso al abismo nietzscheano como preludio a la ejecución de la voluntad. Irónico purgatorio administrativo, la fila, mansedumbre obligatoria de los hacedores, restringidos a aguardar.
Vista desde una plataforma metafísica, casi toda fila encierra la trampa de resultar una inversión de tiempo que redunda en la obtención de momentos.

---…---
VII.- Ducha

Confined space where hot water pours
Naked bodies being scrubbed
Out of the need to belong, and survive
And obbey.

Amount of time when mind campaigns at ease
And creates, and daydreams
Infinite succession of what ifs
And answers to questions not yet made

---…---
VIII.- Dream

Si existe un artilugio fantástico en la telaraña de sentido e impulso eléctrico que conforman la personalidad individual, es el sueño. Es allí donde, si acaso, los atentos a escuchar su verdadero ser conocerán su verdadero potencial. No deja de ser temible, pero quizá sea hora de aventurarse a conocer dónde está la frontera de lo que escondemos de nosotros mismos, y qué yace más allá. Quién sabe, existe la posibilidad de que hayamos encerrado tras las barreras subconscientes al encantador Jekyll, y estemos lidiando con la pesadez de sobrellevar ser Hyde.

---…---

Ocho soluciones de limitación
Eight forms of Liberty

Sólo corresponde al uno asir
Que nada deja de tener dos lecturas

That whenever two different humans get to live them
Every setting can represent both Heaven and Hell

Libertad o sumisión, oportunidad y resignación
No están alrededor de la persona, sino en su limitada comprensión

Reading the outside means facing an everlasting truth
About the kind of ghosts or angels that inhabit within

No existe linearidad en la interpretación de lo palpable
Quizá haya una realidad para cada uno de quienes la viven

For I can’t tell where does beauty lay
But am sure freedom roams in the mind of the beholder

martes, 13 de agosto de 2019

Cambio de máxima rectora

Capaz vaya siendo hora de que insista con un principio que entiendo, modestamente, deberíamos adoptar a futuro para atemperar las piñas que nos solemos pegar.

Es que si bien hay un tiempito para tratar de evitar lo que parece inminente, lo cierto es que después de cuatro años de gobierno de un partido que se suponía republicano, esta administración le estará legando a la próxima (sean otros o ellos mismos) un Estado con mayores instrumentos discrecionales para inmiscuirse arbitrariamente en asuntos privados de los individuos que habitan su territorio.

Que no los hayan usado tanto no es alivio.

Ya que, si los hombres fueran ángeles, no necesitaríamos Gobierno.
Si algunos, al menos, lo fueran, sólo necesitaríamos elegirlos para gobernar.
En una República de iguales, habrá individuos buenos e individuos malos.
Y los mecanismos para evitar que los segundos tengan poder sobre los primeros no estarían funcionando.

Entonces estaría bueno empezar a regir los destinos legislativos de la Patria por un nuevo canon:

"Legislar cuando gobiernan Los Buenos
Para la época en que gobiernen Los Malos"

Como aproximación a la solución al diagrama de Venn de la composición de la Historia Argentina:


lunes, 12 de agosto de 2019

La esperable costumbre de la traición a nosotros mismos


No podemos, otra vez, evitar caer en el herirnos a nosotros mismos. Tenemos la repetida manía de agazaparnos a la espera de nuestros propios errores y asestar la artera puñalada ni bien nos vemos con la guardia baja. Cual perro que se persigue la cola, pero tiene la pírrica fortuna de alcanzarla y morderla, la psiquis argentina está genéticamente programada para autodestruirse en un circense movimiento de flagelación.

No logramos evitar como conjunto la tendencia a endiosar lo que nos ha hecho pobres, defender fanáticamente lo que nuestro subconsciente nos avisa que está mal, acallar ciegamente las voces internas y externas que nos avisan que nos la estamos dando en la pera.


Nos dejamos llevar por el grito de la tribuna. Parecíamos unos fenómenos. Nos desquiciamos, y va saliendo bien. Después de haber intentado una gambeta de mas, porque siempre todo es válido para nosotros sólo si es habiendo roto el record anterior, acaparando titulares y placas rojas, llegamos con el tiempo contado a provocarnos la situación límite. Foul en el área. La pelota en nuestras manos. La Gloria o Devoto. Héroe o villano.


Nos pensamos ganando.
Ya pesa en el cuello la medalla dorada.
Nos tememos perdiendo.
La tapa de revista Gente con “Estamos Ganando” pegada en la pared del galpón del abuelo.
Nos sabemos acreedores del amor inexcusable de nuestros salvados.
Queremos cobrar esa deuda.
Pensamos dónde nos tenemos que esconder si la cagamos.
Nos contamos qué pasa si ganamos. Nos contamos qué pasa si perdemos.
Nos embarullamos y estamos de mierda hasta el cogote.

Euforia.
Desazón.
Clímax.


Pateamos el penal por arriba del travesaño.


Volvemos a posiciones con los ojos llorosos, mirando el pasto, y pensando a quién le vamos a echar la culpa. Y siempre es a uno. Nos escuchamos y nos vemos, así, derrotados antes de que termine, bajándonos el valor ante el único cliente que importa, nuestra propia estima, y nos asusta. El miedo nos paraliza.


Bajar los brazos ahora o evitar hacerlo es lo que distingue lo que somos de lo que podemos ser.
Hagan el duelo rápido, pero recién cuando corresponda. Ahora espabilen, la mil puta madre que los parió, y empiecen a vestirse que si hemos de morir ha de ser con la ropa puesta.

Ochenta días por delante hay para pegar el volantazo, retomar la épica de un republicanismo deslucido por el desuso y salir a reventar voluntades con argumentos, fiscalización y actitud.

Ochenta días, suficientes para dar una vuelta al mundo en el siglo diecinueve.

Pero sin margen para ser unos derrotistas, ni mucho menos unos estúpidos. El viaje se debe encarar en la dirección correcta.

Así se gana un día, por si es necesario para llorarlo, pues que sea al final. No hay lugar para permitirnos a nosotros mismos atraparnos en la desazón.


Menos aun cuando la llave del calvario depresivo está en una de nuestras manos. Posiblemente nos apresuramos con Vaca Muerta y la llave estaba en la minería. Lo que necesitábamos, aparentemente, era litio.


Nos necesito mucho mejores. Como supimos. Estables y firmes.

No regalemos lo que fuimos. Defendamos el esfuerzo realizado.

No nos traicionemos.

miércoles, 31 de julio de 2019

Siguiendo con el tema reaccionarios

Me encontré esto en la interné relacionado al tema del último post, aunque mucho mejor escrito, por supuesto.

https://www.the-american-interest.com/2019/07/30/the-neo-paganism-of-jordan-peterson/

Colisión o colusión entre reaccionarios. What a wonderful world we live in, que nos permite optar entre que nuestro sueño consista en ponernos un traje beige de soldado agricultor y retirarnos a vivir con la tribu en una aldea de subsistencia ordenada jerárquicamente bajo el precepto de la obediencia a reglas inmanentes que nos imponen "los mejores"...

O que el traje sea ocre.

martes, 16 de julio de 2019

De Conservadores y Reaccionarios



Estoy viendo como moneda corriente una confusión habitual en el uso de estos dos términos, que solían tener definiciones bastantes certeras, incluso al ser utilizados como epítetos descalificativos, y me estoy empezando a preguntar por qué.

En una primera hipótesis lo relacioné con el bajísimo grado de cultura general que ostentamos, convenientemente barrido bajo la alfombra del mito de la excelsa educación argentina (que ya no es). Habremos sabido formar profesionales universitarios de excelencia, en algunas ramas de las ciencias, y siempre si aceptamos que estamos teniendo un bias infernal respecto a cómo juzgamos los resultados. Por cada supercientífico descubridor de la fórmula del agua tibia, ¿Cuántos egresados de carreras de ciencias duras hay? ¿Cuántas patentes por cada millón de dólares invertidos en universidades públicas?

Siendo generoso con un pasado aceptable respecto de la formación académica en la Argentina, está claro que el caso hoy dista mucho de estar a la altura de esa herencia. Y es incluso peor el resultado entre los graduados de secundaria, con imposibilidad manifiesta de interpretar un texto bajo parámetros que no impliquen una reacción emotiva, gutural y de ofensa o glorificación de sí mismos, o por otro lado el mero descarte o endiosamiento del texto dependiendo quién sea el emisor del mismo.

¿Entonces está resuelto? ¿Somos brutos, apenas, y por eso nos permitimos estas licencias?

Ya no es apenas tildar de “nazi”, “comunista”, “facho” al que no opina como nosotros. Eso es un vicio de la era de internet. La ley de analogías nazis de Godwin, junto con la ley de controversia de Benford, o la ley y corolarios de Wilcox-McCandlish, eximen de tener que ahondar al respecto. No es privativo nuestro, argento. Los espacios virtuales son un ágora de ciegos, donde la oscuridad que vela la vista del otro respecto de nuestra identidad genera la impunidad de nuestro discurso, y apenas existe un cierto recato narcisista en el “mantener una reputación”. Eso lo sabemos, sufrimos, y SOMOS, en mayor o menor medida, todos los usuarios de estos espacios.

Aun así, dentro de saber entender estas cuestiones, indago un poco más respecto a un tema que me sigue dando vueltas. Usar “nazi”, “comunista” o “fascista” como epíteto es fácil. Salvo los elementos más ridículamente afectos a evitar a fuerza de repetir slogans cualquier intento de sus neuronas por concretar la sinapsis, todo emisor o receptor de ese discurso estará de acuerdo en que la intención fue insultante.

Ok, le dijiste “nazi” a <<User04294NoeMBidIesMiPROgrEso>>. Podrás argumentar mejor o peor por qué, podrás tener tus razones, podrás tener razón. Lo cierto es que está claro que lo descalificaste. Lo afiliaste a una de las ideologías mas destructivas del siglo XX, le adosaste reprimir cualquier intento de libertad de expresión, mataste su capacidad percibida de expresar humanidad y empatía, lo convertiste en un racista, un asesino, un demente fanático.

Ahora bien,
¿Qué pasa cuando le decís “reaccionario” o “conservador”?
¿Qué estás queriendo decir?
¿Lo mismo?

Quizá, plantea mi segunda hipótesis, si utilizás esas expresiones estás un tanto por fuera de la simpleza obligada que consideraba el primer análisis. Es decir, trascendiste el tener la flecha “nazi” en el carcaj de argumentos, cargaste tu ballesta con algo más elaborado. Otorgo, algo bastante más refinado, y que a veces hasta aplica, según veo, al caso en cuestión. Pero no siempre. Y me pregunto, ¿la idea es utilizar palabras complejas como mero sustituto de “nazi”? ¿No es sino otro emisor de epítetos fulminantes, aunque con mejores lecturas? ¿La intención es desprestigiar a quién? ¿Al atacado, a los nazis, a los reaccionarios? ¿A todos? ¿Identificarlos entre sí?

¿O el tema viene por otro lado? Puede que sea que esos términos se definen en forma más laxa porque lo que hay que “conservar” o contra lo que hay que “reaccionar” sea más amplio?
Voy a la explicación, con resumen sucinto (y perfectible) antes.


-.-.-


Luego de las revoluciones liberales (inglesa, americana, francesa), y de sus contrarrevoluciones imperiales, surgen, a mi entender, cuatro grandes corrientes como resultado.

El marco viene a ser el siguiente. El régimen imperial previo a estas revoluciones tenía como factor común la arbitrariedad despótica de los gobernantes, especialmente alrededor de los tres pilares fundamentales: vida, libertad y propiedad.

(Pequeño paréntesis aquí, estoy hablando en promedio. No me corran con la Carta Magna y el common law por favor. A menos que quieran que las cosas se pongan feas, con lo cual espero hayan estudiado.)

Vuelvo. En términos generales, la autoridad política en las potencias europeas mantenía amplias capacidades de afectar el ejercicio de cualquiera de esos pilares. Como autoridad judicial inapelable, como sujeto a la ley pero también emisor y encarnación de la misma, como árbitro de toda transacción, y en algunos extremos como único legítimo poseedor de todo lo asible, que apenas permitía por su graciosa voluntad a los demás el usufructo, incluso de la sombra de los árboles.

Este absolutismo no sólo no era parejo en todo el territorio. Tampoco era ancestral. Destilaba como producto de un proceso de centralización del poder y condensación económica desde un feudalismo donde estas capacidades estaban extremadamente repartidas, lo cual bien reducía la cantidad de individuos al alcance del poder absoluto de un demente, bien multiplicaba exponencialmente la cantidad de gobernantes absolutos sobre porciones más pequeñas de la realidad, resultando extremadamente inestable. La situación de concentración de poder en el continente europeo en el siglo XVII tenía a lo sumo origen (incipiente) unos doscientos años antes, habiendo tenido los mil años anteriores, desde la caída del Imperio Romano, más ejemplos de Barones de la Guerra que de Emperadores.

¿Y qué hacía estable al régimen con el poder más concentrado? Bueno, la arbitrariedad en el uso de la fuerza era en realidad ultima ratio en caso de extrema necesidad. No se decapitaban revoltosos a diario porque no los había, gracias a la otra arbitrariedad: la de la asignación de recursos. A través del otorgamiento de acceso a la nobleza, de permisos de funcionamiento a guildas y asociaciones de artesanos y mercaderes, el poder político del Imperio se aseguraba la asignación de favores para tener siempre de su lado la porción mayor de los estamentos que importaban. Cuando aún así se declaraba una protesta (en general, ante una situación económica adversa), sólo entonces rodaban cabezas. En caso de ser no exitosa la revuelta, las de los revoltosos. En caso de serlo, habitualmente la del rey, emperador o noble local. Y se lo reemplazaba por otro. Habitualmente según una fórmula preestablecida, en general la herencia. La posesión del poder temporal, por tanto, era valga la redundancia temporal, y dependiente del mantenimiento exitoso de la red clientelar. Pero el régimen era estable.

Así, a un emperador malo, o a las dos partes en que se había dividido éste luego de la revuelta, lo sucedía temporalmente algún órgano transicional (consejo de nobles, regente o lo que fuese) y luego un nuevo emperador. Podemos argumentar a favor o en contra si incluso la Revolución Francesa no fue, en realidad, un proceso similar a éste.

En fin, éste es el contexto. Las corrientes que surgieron durante y a partir de los años inestables (1650 a 1815, grosso modo) buscaron inquirir básicamente acerca de las mismas preguntas que ya habían intentado responder antes todos desde Platón a Maquiavelo pasando por quien fuera que supiese escribir. Quién gobierna, por qué, qué es más estable, qué es más justo, qué es justicia, qué se puede hacer, qué no, qué asegura mayor bienestar, qué lo amenaza.
Elijo agrupar las vertientes decimonónicas en cuatro, a partir de ciertas similitudes que tienen entre sí, siendo que los matices que las separan son amplios y que a menudo las fronteras son difusas.

Y en ese sentido, para mi aparecen cuatro “respuestas” a las cuestiones planteadas por las revoluciones liberales.

La primera es la respuesta liberal, cuyo valor cardinal es precisamente la libertad, y comprende que el aseguramiento de la supervivencia y la prosperidad sólo es posible a partir del máximo de individualidad coherente con el orden y el respeto por el otro individuo libre. Para esta corriente, el poder estatal debe estar limitado severamente, dado que es preferible su inacción a su exceso, y su razón de ser es meramente asegurar que ningún individuo pueda contrariar la libertad de otro.

En segundo lugar, una vertiente comunitarista, con herencias (y justificaciones) en un primer momento surgidas de la revitalización de un ahistórico “cristianismo primitivo”. En ella el pilar de la convivencia es la igualdad, y como no puede confiarse en que cada uno elija ser igual a despecho de su posición, el poder estatal está allí para mancomunar una comunidad de dadores y recipientes, obligando a los primeros y repartiendo a los segundos.

(Hay una respuesta anarquista que toma, a mi juicio, elementos de éstas dos anteriores. Decido no tomarla por separado porque cualquier ejercicio mental que hago por llevar a la práctica su ideal siempre termina determinando me lleva como resultado a una situación de negación de libertad, vida y propiedad, sea como resultado del quiebre de la convivencia o de la necesidad de erigir un factótum que la garantice).

Estas dos “respuestas” son las rupturistas. En ambos planteos se observan cosas que no habían sido parte de la racional de existencia de ningún régimen anterior, si bien son quizá herederas filosóficas de los planteos más antiguos, los hechos al pasar de la comunidad familiar tribal a la aldea de naturales de una zona, en las raíces de Occidente. Para encontrar el origen de ambas, la evaluación primigenia de sus alternativas, podemos ir hasta la edad de oro ateniense del siglo V a.C., con sus filósofos críticos o justificantes, o al mito fundacional de Roma, sus siete Reyes y la República consiguiente.

Las dos posturas siguientes son las que se confunden entre si, hoy por hoy, y traen a colación un escrito tan árido como éste.

La palabra “conservador” puede inducir a engaño. ¿Conservar qué, exactamente? La respuesta conservadora a las cuestiones planteadas por las revoluciones liberales tiene expresión histórica en el hecho de que, desde Waterloo en adelante, Europa vivió una restauración monárquica (mas bien imperial) que restituyó el ordenamiento westfaliano, no sólo en lo relativo a las fronteras entre potencias en equilibrio, sino también al equilibrio interno de las mismas. El valor cardinal de éstas respuestas es el orden. La estabilidad del status quo. Cómo y qué ajustar respecto a lo que se rompió de los ordenamientos imperiales para que retornen, y vuelvan a sus habituales ciclos de existencia, sin volver a interrumpirse. No por amor a un Emperador, o a su corona, sino a una serie de valores que se pusieron en entredicho a partir de las revoluciones. 

El órden ideal de estos conservadores es uno de élites, con un fluir posible pero muy limitado entre los comunes y los aristócratas, y el obvio destino de éstos, como aristoi (“los mejores”), de dirigir los destinos comunes. No sólo en cuestión de decisiones políticas, o militares, sino también (y muy especialmente) de estilos de vida. El comportamiento de “los mejores”, su formación, sus aptitudes, eran el signo de la salud del cuerpo social en el que estaban inmersos; el declinar de esa conciencia de responsabilidad en la orgía versallesca, el responsable de las turbaciones sufridas. La recuperación de los valores tradicionales, el medio para enmendar los males de su tiempo.

Entonces, conservar, o antes bien rescatar, una forma de vida que se había perdido, como remedio preventivo ante la disrupción del orden, con la reconstrucción de una moral sujetadora del súbdito para evitar su alejamiento de lo que es estable. Y un fuerte brazo para castigar al que se soltase.

Reaccionario, en cambio, lo entiendo referido a algo con diferencias que no son sólo de forma. Las florituras del barroco no se quedaron en los pentagramas, sino que imprimieron en las mentes de una época turbulenta la nostalgia por un pasado que quizá nunca fue como creían recordarlo. El reaccionario adora al junker, al mito artúrico, al highlander, a los paladines de Roland, la aventura de Parsifal y al Cid matamoros. Es romántico de un pasado de gloria bárbara, de las gestas heroicas de titanes inmerecidos por sus herederos, que deben dar combate a la decadencia a través de la reconstrucción del ethos gigante que se negaron a sí mismos por caer en la cómoda debilidad del progreso.

El conservador, por su parte, tiende a mantener la estabilidad del status quo haciéndole a éste las adaptaciones necesarias para su supervivencia. El reaccionario detesta todo lo que sea adaptaciones necesarias, ya que en su destino de gloria sólo existe adaptar los demás a la aceptación de su manifiesta superioridad.

El pasado épico, el jardín del Edén perdido, del reaccionario, posiblemente no haya tenido ocurrencia real en ninguna de sus versiones. Ahora, cuán útil resulta para vender una narrativa de descenso a los infiernos del héroe nacional, necesidad de expiación y futuro de resurgimiento titánico, creo que no hace falta explicarlo. Cuán necesario para este trayecto se aparece el poder encarnar en una persona a este Héroe mítico, desgraciadamente tampoco.

-.-.-

Todo este ejercicio me puso a pensar una cuestión. Es posible que los años que llevamos vividos desde que la-Historia-se-terminó-pero-no-tanto (llevaba una vida queriéndole enrostrar eso a Fukuyama) sean, cuando el tiempo nos regale la posibilidad de ponerlos en perspectiva, un real nuevo proceso de discusión de nuestras respuestas a las Preguntas inmanentes en nuestra forma de organizarnos como comunidad.

Pero también creo que, habiendo en los últimos doscientos años al mismo tiempo erigido múltiples pasados gloriosos, y arruinado las capacidades de análisis realista de nuestras propias posiciones, estamos más bien ante una lucha de reaccionarios que disputan la imposición de sus Mitos de Retorno Deseable.

Con el serio riesgo de regalarle el centro de la escena a la disputa entre fanáticos de una totalidad gloriosa que ha caído en decadencia y debe ser restaurada, para que logre por fin completar su destino de grandeza manifiesta. Y el problema que se me aparece es que lo que estamos poniendo en juego como trofeo para el ganador es una organización social que, con todos los problemas que pueda tener, ha resultado de un proceso de acople y contrabalances entre elementos liberales, comunitaristas y conservadores que, hasta el momento, se ha aparecido como el único relativamente capaz de otorgarnos un marco de convivencia cívica. Y que la razón por la que nuestra organización existente ha logrado que cesemos la guerra civil, es porque nos otorga un presente palpable y certezas futuras, antes que un pasado de referencia. Incluso se forjó como interrupción de ese pasado de matanzas civiles, en parte como respuesta a él, y para intentar evitar su repetición.

Dar por sentada la supervivencia de este marco de coexistencia me parece apresurado. Y peligroso.

Espero logremos evitar el destino horroroso de asistir al Coliseo a ver el espectáculo y terminar con las suelas pegadas a la arena. Dado que cada vez que en el pasado se le regaló el terreno a los fanáticos de la totalidad, sólo un grado de destrucción igualmente total ha permitido la reconstrucción de algo viable, y no sé si estemos a la altura de poder volver a colocar cimientos sobre una renovada capa de lágrimas.

Contra esa perspectiva sí me parece válido reaccionar.

viernes, 3 de mayo de 2019

Víspera


Mañana es otra vez 4 de Mayo. Otra vez sería tu cumpleaños, pero este es el segundo en que no estarás con nosotros.

Este año tampoco va a estar esa llamada telefónica, afectuosa y llena de visitas cruzadas que después la vida no nos va a dejar hacer. Con mil preguntas cruzadas por la actualidad de nuestras familias, que por suerte nos quedaban atragantadas porque empezábamos a desvariar, deshaciéndonos en anécdotas triviales sobre lo mejor de la vida. Porque nos contábamos el discreto encanto de haber hecho elecciones de vida que nos ponían en situaciones cómicas, enteramente diferentes a las que nos habíamos propuesto de muy chicos.

E inmensamente superadoras. Eran unos minutos de hablarnos el uno al otro pero especialmente a nosotros mismos, escuchando salir de nuestras bocas ideas de gente grande, justo entre nosotros, que nos conocíamos de muy chicos.

Íbamos a prometernos la cordialidad de repetir ese ritual fuera de las fechas fortuitas de nacimiento. Cuando tuviéramos ganas. Y después iban a pasar 5 meses, veinte días. Y el que sonaría sería mi celular.

“Culiado feliz cumpleaños, cuánto hace que no te llamo?”
“Un año”
“Ya un año?”

Y nos íbamos a cagar de risa de un chiste completamente interno que llevaba ya siete años sin mutar una coma.

Como chicos.

Porque te convertiste en el mejor amigo que una persona jamás podría haber tenido en su vida cuando teníamos apenas dos años. Porque después las vidas de los que nos rodeaban nos fue alejando y acercando por etapas, pero nunca, por lejos que estuviéramos, nos separó. Porque era suficiente volver a hablar con vos, a 1.300 kilómetros de distancia o con una mesa de por medio, para que el tiempo haya dejado de pasar, y lograr estar detenido en una eternidad adolescente que me devolvía la juventud, por otros seis meses.

Estoy escuchando los ecos de tu risa abierta y franca resonar en mi memoria, y vuelvo a pensar lo que pienso desde que los chicos me contaron que nos habías dejado. Que la gente que conocemos de chicos siempre serán los chicos. Que además tenías esa chispa de vida en vos que era como un aura de adolescencia eterna. Y que por eso, a más de un año de tu partida, no he logrado procesar que ya no estés.

Mañana posiblemente te llame.

No se bien por qué voy a volver a hacerlo. Creo que en mí, habita la esperanza de que me respondas con palabras que no son mías. Creo que necesito volver a tener esa visión diametralmente opuesta del mundo a la que me ingresa por los sentidos. Porque la huella que dejaste en el alma de los que te fuimos cercanos es precisamente esa.

Creo que, al final, lograste tu fantasía de alcanzar la inmortalidad de una forma muy especial. Dejaste de transitar este espacio, pero reverberás en el corazón de los que te hemos tenido cerca, traduciéndonos el mundo a un idioma digerible. Estás, para siempre, dentro mío, respondiendo un llamado mucho mas usual, al ayudarme con tu ejemplo a encontrarle otro sentido a lo que dejaste atrás.

Mañana seguramente te llame.

No creo que pueda evitar ponerme triste. Pero a la vez, creo que este tipo de cosas que le escribo al aire me ayudan a cicatrizar lo exterior. Realmente creo que existe la chance de que esto te llegue. Espero sepas disculpar lo cursi. Mentira, espero que te haga reir.
Te quiero un montón. Que pases un feliz cumpleaños mañana.

Y gracias por regalarme desde el momento en que nos conocimos,

Algo distinto

lunes, 11 de febrero de 2019

Void

A motionless iron will
To weave a silken ship
That sails straight down from the bottom

That senseless, ice hot void
Devoid of fate or choice
Leading forward, to the rear

A lack of means and ends
No dead lines nor live dots
Just a still, full, hollow emptiness

Abhorred by nature
Abjured by culture
A repelled, absorbent void

From ever and for an instant
The original, all new void
The one that's been and is about to begin

All around, and nowhere, void

So I shall keep expanding not to fill it
As to avoid it from unnecesarily becoming

Something different