sábado, 22 de diciembre de 2018

AWOL

Ants are supposedly able to carry up to ten times their own weight on useful items that will expire conveniently to hold the fungus they feast on. I, for that matter, have been unable to find an eight-kilo ant to test that theory; I can however go far enough as to testify their lack of hability to carry eighty kilos worth of humankind and not crush under its pressure.

Thing is, I'm feeling kind of ant-ish as of late. I can easily withstand loads of tonnage of total bullshit destined to become an useful forgetness. Yet, I seem unable to get with the burden of my own humanity up on my shoulders. That's no to mean the mere four-dimensional aspect of my head is gonna tear 'em appart; it's all those bloody electrical shots -the creepy meaning of those- what's getting harder to shuttle as days go by.

I may just be a little burnt out. Like a big tank of rocket fuel, once I got expended, I'm just getting in the way of things of utmost importance that need getting done. Shit went real, but the freakin' three green arrows are right there: I'm rechargeable. So, I find miself in dire need of getting in touch with those forces that can bring me back in one piece. Alternate or direct, current currents just seem to tend to tear things apart, while this humble self just needs unity of spirit.

So I'm going offline for a while. That beatiful grid of meaning that hooked to reality got me high enough to show new horizons, but forbade me of checking just how deep the hole beneath really was. And looking into the abyss was a long overdue task that I kept posponing, but forever is unachievable in that sort of matter.

In dire need of hooking back to the mud to have the oportunity to reach the skies without hugging the Sun the Icarus way, I'm off for a time with myself that will, hopefully, allow to have time for everyone around me. This Goodbye is of course a See ya later mates, I'm not planning on anything as stupid or meaningful as it may seem. Am just looking to find that little twisted shit that once made me

Something different.

viernes, 23 de noviembre de 2018

Memorias de una tragedia por venir - V

Climas de época. Largo y tedioso escrito sobre tres momentos de la Historia en que se apreciaban algunas regularidades puntuales que resultaron fuerzas de creación de tragedias. No es idea aquí representar la historicidad anecdótica de la llegada al poder de estos movimientos, lo cual está al alcance del interesado y profusamente documentado. Antes bien, hablemos de ideas. E ismos.

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Italia, 1923.

Para el año 1900 Italia es una de las dos naciones más jóvenes de Europa. Apenas en 1871 Roma se convirtió en su capital luego de las batallas contra las fuerzas papales y la reunificación. La composición económica, social e ideológica del país no suena extraña ni siquiera vista hoy más de un siglo después: un Sur multiétnico, agrícola y decimonónico, con relaciones familiar-tribales asentadas en lo tradicional y el liderazgo de los pater familiaes. Un Centro hasta hace nada clerical, con clase media urbana de transición entre los extremos geográficos, histórica fuente político de poder de la Península y Europa, aunque de escasa gravitación económica, y con tradición de verticalismo clerical y división funcional en estamentos (políticos a la manera del Senado, religiosos a la manera de las Órdenes, etc). Y un Norte industrializado, centroeuropeo, motor de la unificación y la apertura al mundo, con una burguesía capitalista moderna, nacionalista furiosa, fascinada por un progreso que avanzaba, incluso, más rápido en las cabezas que en las cosas.

En 1909 se funda el movimiento "futurista". Una corriente artística anclada en Milán y sus alrededores, con preceptos de ruptura con la tradición, y centrada en la glorificación de la máquina, el movimiento, la velocidad, la acción, la emoción, la violencia; fuertemente despreciativa del individuo y, sobre todo, de la racionalidad.

En 1915 Italia entra en la IGM en alianza con las potencias enfrentadas a los Imperios centrales, con la vista puesta en la expansión territorial en dirección Noreste, hacia los territorios del tambaleante Imperio Austro-Húngaro en el Litoral Adriático. El desempeño italiano fue de pobre para peor en el único frente en el que participó, siendo que incluso a finales de 1917 recibían una paliza en Caporetto, donde habrían perdido 300.000 hombres entre muertos, heridos y capturados, en menos de tres semanas (tómense un segundo para dimensionar eso) y retrocedido 80 km desde la frontera original.

Un año después, habiendo logrado contener la contraofensiva austríaca y formado una nueva línea de combate de UN MILLÓN Y MEDIO de soldados, incluyendo divisiones británicas, francesas y estadounidenses, Italia triunfa en la batalla de Vittorio Veneto contra lo que le quedaba a los imperiales, cierra la guerra en ese frente y propicia (acelera) la caída y disgregación del Imperio.

Las conversaciones de paz ignoraron por completo las promesas hechas a Italia para que entrara en la Guerra. El Imperio se dividió más o menos a lo largo de líneas étnicas previamente contenidas en esa entidad monstruosa, la asignación de territorios a Italia fue nimia.

Durante el tiempo final de la Guerra, y especialmente luego de la Revolución Rusa, las protestas de socialistas y comunistas fueron moneda corriente (incluso suprimidas con muertos por parte del ejército italiano en Milán).

Saltemos a 1923. Cinco años después del armisticio, Italia perdió mucho y ganó poco. La economía está tambaleante, intentando aprovechar la Belle Époque y los dorados '20, aunque sin éxito mayúsculo en ello. Las líneas de falla de la sociedad entre los tres ámbitos geográficos y entre izquierdas y derechas están tan a la vista como antes, y sólo bastó con un gobierno tibio incapaz de hacerse garante del orden y reclamar el monopolio de la violencia para que quedara allanado el camino al poder de Mussolini.

En el fascismo italiano confluyeron exitosamente la glorificación de la acción, el movimiento y la violencia de la corriente artística imperante, junto con la fascinación por la modernización y el maquinismo que esas corrientes compartían con los industriales del Norte. La estamentización y corporativización de la escena productiva y política y el verticalismo apelaban a tradiciones bien arraigadas en la cultura de los demás sectores, y la narrativa del sueño imperial, la traición extranjera y la restauración de la antigua gloria de Roma calzaban con el deseo de ser más de lo que se era, en tanto Italia era al mismo tiempo la nación más joven y el Imperio más antiguo de Europa.

Todas estas ideas-fuerza que podían hallarse en un balance competitivo fueron hábilmente conducidas hacia un maniqueísmo contra socialistas y comunistas, logrando que las múltiples polarizaciones se alinearan alrededor de sólo dos campos, y subsumiendo toda la vocación de conflicto en un eje bidireccional entre Nosotros y Ellos sin espacio para la moderación o la alternativa.

A la larga, la simultaneidad de visiones idílicas contrapuestas que encontraron utilidad en oponerse, la añoranza por un pasado mítico, el malestar económico y una conflictividad polar entre extremos que realimentaron el conflicto encontraron tierra fértil en un trasfondo cultural que glorificaba la acción violenta irreflexiva y desechaba el individuo en favor de un colectivo social que lo incluía como engranaje de una entidad destinada a la grandeza. La cultura de obediencia vertical estaba enhebrada en lo profundo de cada ser, a la espera de un conductor. Que apareció, para desgracia de millones.

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Alemania, 1933.

Ah, el Imperio Alemán. Para 1914, hacía tan sólo 50 años Prusia era "un ejército sin un Estado". La habilidad más política que militar de Bismarck no sólo creó un Estado, sino una potencia que derrotó al gran regulador continental, Francia, para tomar Alsace y Lorraine, se industrializó a un ritmo vertiginoso y adoptó (o inventó) novedades en todos los campos. Tarde, de todos modos, para la cucarda que distinguía una Gran Potencia de un aspirante: no quedaban espacios libres en la periferia para asentar un Imperio colonial.

Alemania tuvo en los sucesos del '14 la excusa para su guerra de expansión fronteriza, la que le otorgaría preeminencia europea y la oportunidad de reescribir las fronteras del tercer mundo a su favor. Se estrelló cuatro años después contra los tratados de paz que se vio obligada a firmar al rendirse luego de una catástrofe, renunciando territorio, aceptando la responsabilidad moral y material por la Guerra, y obligándose a pagar una suma exorbitante como reparación. La Guerra se terminó como empezó Alemania, con el Ejército tomando la atribución del Estado y negociando la paz para salvarse a sí como institución antes que al kaiser o su régimen.

Eso en cuanto a las condiciones materiales de la estatalidad. El emergente, la "República de Weimar", la podemos considerar inaugurada con la Constitución del '19, tras el intento de revolución comunista de los Espartaquistas, y disuelta de hecho en 1933. En esos 14 años, padeció igual cantidad de Cancilleres, bajo 4 presidentes, y dos monedas que en forma sucesiva licuaron su valor hasta acariciar la nada misma. Las pérdidas humanas y materiales de la guerra, el endeudamiento con los derechohabientes de reparaciones y la conflictividad con la izquierda marcaron el decenio.

Pero además, el ambiente cultural imperante en el trasfondo, antes de cesar con la derrota, se exacerbó. Desde el último cuarto del siglo anterior emanaba desde las capitales germánicas de Viena y Berlín una cultura völkisch, aquelarre romántico y nacionalista que añoraba un pasado idílico de ordenamiento de la raza en una especie de orden estamental medieval de Junkers terratenientes, campesinos realizados en la abnegación y freiereichsstadts, las "ciudades libres", los burgos comerciales. Esta ideología pan-nacionalista apelaba a la germanidad como concepto racial-étnico antes que cultural, una supuesta herencia común remontada en las profundidades del tiempo a las tribus góticas que vencieron a los romanos en Teutoburgo, aunadas a componentes místicos e interpretaciones de historias y leyendas relativas a Órdenes religiosas, sociedades masónicas, nobleza y estirpes medievales. Estructuras de obediencia verticales, por supuesto.

Todo ello, asentado sobre la firme base territorial de una Gran Alemania que incorporara los territorios pretendidamente históricos como su lebensraum, o espacio vital. Un espacio pangermano del Rhin a las llanuras ocupadas por los eslavos en Polonia, de Kiel en el Báltico a los cantones del Norte de Suiza, del Tirol hasta las marcas invadidas por el turco en los Balcanes.

Esta corriente salió de los salones de baile de las élites acomodadas y permeó con facilidad los ambientes académicos, las clases medias urbanas, los pueblitos asentados en los valles. Dotaba a cada germano de un pasado común que se extendía hasta perderse en el origen de los tiempos, demandando a cambio simplemente la pertenencia obediente y el trabajar para el engrandecimiento de su raza, especialmente contra las demás. La victoria contra ellas los haría grandes, no a cada uno, sino como un todo superior.

La visión alternativa ofrecida por los inspirados en la Revolución Rusa, en tanto... bueno, la conocemos bastante bien. Apelaba a una vuelta a las fuentes, el origen de solidaridad entre hombres que comparten una esencia común para que al fin al librarse de las mentiras que les había inoculado el capitalismo, pudieran ser realmente libres de necesidades.

Tómese aquí el último párrafo relacionado al völkisch y reemplácese "raza" por "clase".

Sí, es hastiante recalcar que el nacionalsocialismo resulta fusión de elementos autoritarios de diversas corrientes que parecen enemigas acérrimas pero ofrecen narrativas similares. Pero bien, resulta que la extinción de Weimar sucedió al encontrar a quien quiso encarnarla.

A la larga, la simultaneidad de visiones idílicas contrapuestas que encontraron utilidad en oponerse, la añoranza por un pasado mítico, el malestar económico y una conflictividad polar entre extremos que realimentaron el conflicto encontraron tierra fértil en un trasfondo cultural que glorificaba la acción violenta irreflexiva y desechaba el individuo en favor de un colectivo social que lo incluía como engranaje de una entidad destinada a la grandeza. La cultura de obediencia vertical estaba enhebrada en lo profundo de cada ser, a la espera de un conductor. Que apareció, para desgracia de millones.

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España, 1936.

El siglo XIX fue particularmente agitado para España. Lo comenzó como una de las potencias coloniales y lo terminó como una hermana menor de los países europeos, pobre, atrasada y agrícola de grandes latifundios en un mundo fabril. En el medio, la invasión napoleónica, guerras de independencia de sus colonias americanas, conflictos entre monárquicos, liberales, anarquistas y socialistas, doce golpes de Estado en 60 años. Dos monarcas expulsados, una restauración, y la ausencia de un horizonte común de acuerdo entre facciones en competencia.

Luego de mantenerse neutral a lo largo de la Gran Guerra, hubo un período de inestabilidad transversal ante la corrupción del gobierno central que culminó en el triunfo del golpe militar de Primo de Rivera en 1923. Éste tuvo que dejar el poder en 1930 frente al fracaso de su gobierno, y en 1931 ante el llamado por el rey a elecciones, los socialistas y republicanos ganaron casi todas las ciudades importantes. Se proclamó la Segunda República, y el rey huyó.

La República logró alienar a todas las facciones de una forma admirable. La secularización forzada y los amagues de reforma agraria pusieron a la derecha y los poblados agrícolas tradicionales en pie de guerra. La tibieza en marcar un rumbo industrial moderno deshizo el apoyo de las élites urbanas. La poca profundidad de reformas sociales se apareció a los socialistas como una traición. Todas y ninguna de estas medidas eran simpáticas a anarquistas y pro-fascistas en su única intención de que el caos se declarara para intentar tomar el poder. Ya en 1934, una confederación de derechas "moderadas" formó un gobierno en el que intentó cortar los salarios rurales a la mitad, purgar el ejército de elementos republicanos y restaurar el orden. Acción y reacción, la izquierda se agrupó y desencadenó la violencia callejera contra esto. Segundo momento, monárquicos y fascistas se aglutinaron.

La izquierda ganó débil las siguientes elecciones y formó un gobierno inefectivo en las generales de Febrero del 36. Cinco meses después empezaron los primeros balazos de lo que sería la Guerra Civil.

Los intentos sucesivos de formar república en España se dieron contra la Monarquía y la Iglesia. Ambas, junto al Ejército, instituciones que fueron el pilar del Estado-Nación los 500 años previos. España estaba anclada mentalmente, ya no en el XIX, sino en el XVIII. Un país agrícola, eclesiástico y tradicionalista, cuya herencia cultural seguía siendo la del Siglo de Oro, glorificación del caballero andante, el hidalgo, la violencia y la guerra al moro. En ese contexto, varias identidades nacionales aunadas bajo una bandera intentaban una difícil convivencia nacional, que estalló por los aires en la tensión entre anarquistas, comunistas, republicanos, monárquicos y fascistas, tirando todos al mismo tiempo desde puntas diferentes de un mismo mapa. La Guerra Civil fue la forma menos civil de resolver la tensión, declarando un único ganador que aglutinaría a los más parecidos y anularía a los demás.

A la larga, la simultaneidad de visiones idílicas contrapuestas que encontraron utilidad en oponerse, la añoranza por un pasado mítico, el malestar económico y una conflictividad polar entre extremos que realimentaron el conflicto encontraron tierra fértil en un trasfondo cultural que glorificaba la acción violenta irreflexiva y desechaba el individuo en favor de un colectivo social que lo incluía como engranaje de una entidad destinada a la grandeza. La cultura de obediencia vertical estaba enhebrada en lo profundo de cada ser, a la espera de un conductor. Que apareció, para desgracia de millones.

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Queda a criterio del lector interesado la búsqueda de regularidades similares en la actualidad, en el área del mundo de su interés.

Y queda como interrogante para el mismo si, de encontrarlas, prefiere sentarse a esperar que aparezca un conductor de los vectores de conflicto. O si prefiere intentar una vía humana de construir una alternativa, evitar la desgracia, y ofrecerse a sí mismo para vivir otro contexto, y la posibilidad de no repetir errores, cuando se puede avanzar en construir

Algo distinto.

martes, 23 de octubre de 2018

Coming of age

There are some weird facts about my personal history I've always enjoyed.

A mixture of being grumpy and mature and a disposition to enjoy mainly conversations with older people (or those of my age that shared some of those traits) seemed to confuse people about my age.

Being of an early large build (my current 180 cm where already there when aged 14, not really fat nor thin but just large) kind of helped.

Everybody, everywhere, just assumed I was older than my ID said.

I can't recall the last time someone asked me for my papers to check whether I was old enough for something. I'd just go chin up facing straight to a disco's ticket booth, or an airport counter, and buy or enter whatever 18+ restricted thing I wanted to.

There actually was this one time when they asked my parents to testify I was just thirteen so I could play with my 7th grade soccer team against other schools. That poor full back standing two stories below me never knew what hit him. If you're there, I'm still sorry, midget.

Anyhow, I'm coping now with the fact that way of life I grew used to is fading out. In mi middle thirties now, I reached at long last the age I seemed to have this last ten years. Fewer and fewer "oh, so young and doing that already!". And every more often the underachiever threatening to show up in full face.

So I'm starting lo live the age I seem to have. Let's just hope I'm not becoming that asshole version of Benjamin Button some guys are, when they realize they forgot to be young when they should and start acting their teens when they turn fourty.

Not being yet a dad might not be helping. But that's not it. I guess I'm not really being fully fair with myself either, but hey, this is my balance and I hurt my own ego with it as much as I need to.

It's just that... hey, I dunno, if I knew what the heck it is I wouldn't be saving a few bucks in therapy writing such an outspoken lethany. I'm just feeling weird about being. In your face, Nietszche.

Perks of getting older.

Regrets, I have a few. Still, most of them are about not having done something rather than doing it the wrong way. Guess I'm more an "I'm sorry I did" than a "Can I do?" kind of guy. And I'm not old enough yet to have lost my chance to try most of what I long for.

Why is all this crap coming out today? Well, I wasn't granted the gift of walking on water or bringing dead back to life, and yet I have managed to outlast Jesus by acomplishing my thirty-fourth turn round the Sun.

On His defence, well, he had saved the whole humankind's souls by this time, and I couldn't really even save mine from myself. Yet.

But, I'm hanging on the hope I just might live through some couple more seasons so as to become, and cause, something that leaves a lasting footprint on others. A good one.

So eventually one day people will say that I was in their lives

Something different.

lunes, 22 de octubre de 2018

Memorias de una tragedia por venir - IV

La superioridad amoral.

Resulta que nos encontramos a aproximadamente un año de votar menos malo otra vez. Ni el mas convencido de hace tres años tiene resto para sacarle lustre a una chapa que no sea la de desencantado, salvo quizá el que mordió una porcioncita de gasto público. O el que es muy obtuso.

Y sin embargo estamos por entrar de lleno de vuelta en la vorágine polarizante. De acá a doce meses quedan miles de cajones por quemar, pero en principio se adivina que no hay forma de evitar un doble turno electoral (triple, si contamos la PASO). Mucho, demasiado desgaste para alguien medianamente informado.

Lo mas desgastante del caso es que servirá, me temo, como nueva puesta en escena de una novedosa costumbre que ya hicimos tradición. Prepárense para un año de conflicto real pero, aún peor, en el campo sentimentalista, en que seremos pontificados por los portadores de la pretendida superioridad moral que sustenta, desde el discurso, la existencia del conflicto permanente.

Y van a tirarse con de todo.

Creo que va a quedar por fin claro para los que intentamos no formar parte que la dinámica de moda nada tiene que ver con la búsqueda de algún tipo practicable de certeza de convivencia. Con el acuerdo sobre una serie de básicos must y must nots que otorguen previsibilidad a nuestro accionar (y al de quienes nos rodean, abrazan y recaudan, y de quienes pretenden hacerlo).

Antes bien, preveo una competencia por exponer y defender, lejos de toda argumentación sana, una serie de capas de posiciones irreductibles en temas muy diversos, los cuales serán cuidadosamente elegidos no con atención a su utilidad en la mejora de la vida obligadamente común que llevamos los aquí instalados, sino su percibido efecto electoral.

Pero esta práctica usual en el juego democrático (con honrosas y contadísimas excepciones de gente que se ha mantenido en sus principios -y a menudo ha elegido perder por ello-) vendrá acompañada de los condimentos del maniqueísmo y la i-lógica dual, supongo que hasta el paroxismo, dado que habrá suficiente combustible billeteril para incendiar en la hoguera de las pasiones.

Casi que veo venir las grietas, en presentaciones a mas extrema que la anterior, que serán eje. Nosotros seremos buenos, ángeles impolutos en pugna con ellos que serán malos, demonios pútridos, cuando queramos la minarquía inoperante o el elefante sovietista, aborto full o sotanas, falopa libre o gendarmes, vouchers o adoctrinamiento. Nosotros podemos mostrar que ellos fueron malos, posiblemente sin necesitar ni siquiera indicar que somos buenos, o al menos mejores. Alcanza con construírlos tan malos como para que seamos menos malos.

Y, por sobre todo, difundir esa construcción y que se haga carne en los que, desgraciados ellos, no tengan alternativa a escucharnos.

Vamos a machacar la oferta rival recordando todo lo malo que hizo en el pasado el propagador de la misma. O sus parientes, tutores, amigos, mentores, homónimos, qué joder. Capaz incluso con algunas verdades, para condimentar.

Pero, y esto es la clave. Vamos a martirizar al receptor del mensaje. Sacrificar su voluntad en el altar de nuestras intenciones. Denostarlo si duda. A los tibios los vomita el ganador, que lo sepan, teman y recuerden. O es fanático o le lloverán males. Preferimos que sea fanático del otro, dado que en la dimensión agonal es fácil la regla. Esta trinchera es para que los buenos mueran matando a los malos que están en aquellas trincheras. Lo colateral ni lo contamos. O quizá si: otro enemigo en potencia que merece ser destrozado.

La superioridad amoral marca que lo que propalamos puede ser A, no A y B todo a un tiempo. La lógica ha muerto en la inmediatez, la Verdad es tal porque la emanamos nosotros, acá y ahora. Ni siquiera importa lo que emitimos recién. Somos seres modernos del momento y el pasado es a lo que no queremos volver, o no?

Esta endeblez de la realidad sólo puede generar angustia. Y de la angustia puede provenir dolor, violencia y movimiento. Good. Exhudarán ustedes al adherir toda esa violencia contra el no-nosotros. Esos ellos son los culpables de la angustia. A moverse que hay que aplastarlos.

Malaventurados los pobres que intenten encontrar en este ruido una armonía, pues de ellos será el reino del castigo perpetuo. Malditas sus realidades si se permiten ilusionarse con la clemencia. Si hasta parte de los entusiastas serán rotulados como traidores para mantener viva la llama de la nada, qué esperan que les toque a Ustedes?

Apúrense a asumir etiquetas y elevar banderas en sus mástiles. Cortos, los mástiles, dado que las banderas cambiarán a diario y los queremos fatigados pero no tanto.

O, elijamos ser humanos, evadirnos del ruido y limitarnos a observar desde una distancia segura cómo lo que se supone sea un tejido social de individuos interdependientes no es mas que masas en conflicto permanente. Sin sentido, con la única finalidad del conflicto mismo, que permite que nada cambie en absoluto y la voluntad de mejora se evapore y condense en voluntad de empeorar al otro.

Eurasia, Estasia y Oceanía se disputan millones de corderos. Mediante el recurso de pelearse sin pelear.

La única alternativa viable para los corderos parece ser darse cuenta de que en verdad todo eso es una ficción. Hasta risible. Procurar cerrar los vasos comunicantes hacia esa irrealidad y construir algo palpable de la forma tradicional. Uno a uno, entre individuos libres. Cada cual elige con quienes tiene afinidad o qué diferencias disfruta, en tanto sea lejos de la homogeneización impuesta.

Porque lo lindo del tiempito que tenemos acá es encontrar en el otro desigual a nosotros algo que no nos podemos dar a nosotros mismos, y que menos podemos buscar entre los que han sido uniformados.

Algo que sólo se encuentra en humanos que pueden permitirse tener diferencias entre sí.

Algo que se opone a lo que nos obligan a tomar como credo.

Algo que no es lo obligatorio en el cánon dualista.

Algo distinto.

martes, 21 de agosto de 2018

Memorias de una tragedia por venir - III



Y llegó el turno de escuchar los argumentos de los bienintencionados, canturreados al aire mientras pavimentan la gentil pendiente que desciende hasta el Averno.

Por la que inadvertidamente nos deslizamos, a fuerza de seguir los dictados de lo pretendidamente correcto.
Están en danza varios asuntos que nos proponen reflexiones generales. Y capaz va siendo hora de rescatar una cierta figura filosófica que veo que estamos usando demasiado poco.

Volvemos a vernos obligados a prestar atención a la libertad de expresión, y junto a ella, este mes vertiginoso nos pone a la mesa uno de los derechos elementales de la libertad. En un movimiento de pinzas grandioso, nos los representados del pueblo argentino nos encontramos pidiendo a gritos castigos a personas que expresan lo que piensan y restricción a la libertad de culpables presuntos hasta que se demuestre lo contrario.

Pues parece que el siglo XXI en Occidente nos ha encontrado no moderados sino moderadores, y que se nos ha hecho carne la magistratura de Censores.

Resulta que decidimos obviar las luces que encendieron los filósofos liberales, al discurrir intentando encontrar las herramientas básicas que nos proporcionaran una cierta garantía al individuo.

Stuart Mill, Tocqueville, Rawls, Rand, Dworkin, Dahl, Bobbio, Kant, Moro, Aristóteles. Una respuesta diferente en cada uno de ellos a la misma pregunta, una orientación general.
Y lo que me queda a mí de ellos, y que abro a discusión antes de seguir: no entiendo límite a la libertad de expresión que sea defendible, si no pueden intentar defender al mismo tiempo más allá de toda duda razonable la figura del censor, y su nominación. Y al mismo tiempo, no concibo figura real o retórica capaz de dilucidar con justicia imparcial y omnisciente la culpabilidad de una persona en tanto no medie en el proceso una posibilidad de defensa tan amplia como el límite de la realidad permita, partiendo de la base de que la inocencia es presumida y el obrar deshonesto debe ser demostrado.

Me toca intentar recordarles en este parrafito que a esas cuestiones no hay respuesta incorrecta, pero que definitivamente me desagrada si la que me dan está en modo alguno relacionada al concepto de "mayorías".

Vamos a lo concreto y puntual ante todo.

Cúneo me parece un fascista de la más baja laya. Un ignorante de cabo a rabo, cuya intentona de humorada (un dibujo de San Martín decapitando a Macri) hiere la memoria del hombre que con su genio militar le dio la Libertad a tres países de Sudamérica, para luego con su temple cívico alejar sus dotes de estratega de la Patria amada para morir en el exilio, en un destino que prefirió antes de tener que empuñar la espada contra un compatriota. Cualquier compatriota.

Estela de Carlotto me parece una fascista de la más baja laya. Una ignorante de cabo a rabo, cuya intentona de desestimar prueba documental de un caso que está sacudiendo el esquema de latrocinio de las arcas públicas más monumental del que se tenga memoria (aducir que las anotaciones que dieron origen a esa tormenta judicial eran demasiado prolijas para ser de alguien de baja extracción social) hiere la inteligencia de un país que se forjó a fuerza de educar al soberano en la medida de lo posible y que alguna vez estuvo orgulloso de su sistema educativo.

Quienes intentan hacer caer algún tipo de peso estatal sobre estas dos personas me parecen fascistas de la más baja laya. Ignorantes de cabo a rabo, que intentan buscar en el silenciamiento estatal una suerte de reparo a la ofensa percibida por un supuesto colectivo buenista hiere la inteligencia de cada individuo de ese arco social, suficientemente capaz de dictaminar la imbecilidad de ambos grotescos.

Pero ante todo, capaz de hacerlo porque los tuvo frente a sí.

Intentaré acá esbozar mis cuatro razones por las que me parece odioso todo límite a la libertad de expresar opinión, y al mismo tiempo toda posibilidad de arbitrariedad a la hora de emitir dictamen de culpa, y están invitados a complementar, discutir o desechar el que deseen.

En primer lugar, quiero aclarar lo que pienso de mí. Soy un ser humano relativamente formado y culto. Que además me tengo en la más alta estima. Sí, me creo muy capaz de tomar decisiones sopesadas con tranquilidad y hallar soluciones imparciales frente a muchas cuestiones donde puedo valorar situaciones objetivo/materiales o subjetivo/morales.

Y al mismo tiempo me conozco falible.

Por ello, no me daría, ni siquiera a mí mismo, la función de habilitar o no a voluntad un mecanismo que cercene la libertad elemental de otra persona de expresar cualquier tipo de opinión contraria a la mía, toda vez que nada me asegura que la suya no esté más cercana a algún tipo de Verdad que la mía.

En segundo lugar, la libertad de expresión más amplia tiene una función más pragmática que la trascendental búsqueda de la Verdad; nos permite saber qué opina y quién es el Otro con el que convivimos.

Estamos sujetos a cierto pacto de debilitación voluntaria de las propias capacidades en aras del objetivo social de regular la conflictividad. Afortunadamente. Para mí, al menos, que conozco que no soy el más fuerte de todos nosotros. Y para cada uno de Ustedes que conozca al menos a uno que pueda imponérsele, de no existir un set de reglas del juego que lo impide. Nos hacemos iguales ante la ley para permitirnos vivir juntos como individuos diferentes en todo otro aspecto, con fortalezas y debilidades propias de nuestra individualidad.

En ese marco pactual, convivimos evitando una guerra de todos contra todos. Por ahora al menos. Y puede surgir una capacidad asociativa entre individuos libres para fines más elevados que los que alcanzaríamos por medios propios. Ahora bien, cómo sería posible la identificación de un socio viable si no podemos conocerlo? Qué afinidad entre diferentes, qué tipo de sinergia puede surgir entre individuos homogeneizados a la fuerza por imperio de un agente de chatura impuesta? Cómo ponernos en alerta ante quienes desean romper el pacto y oprimir nuestra individualidad si nos esforzamos por silenciar la traición declamatoria de sus oscuras voluntades?

Inmediatamente viene a mi mente la tercera cuestión. Ya intenté comentar en mi humilde entender la dificultad que se presenta para juzgar imparcial y omniscientemente la Verdad, y los peligros que veo de intentarlo y fracasar. Pues bien, si otorgamos esa potestad a alguien... quién y cómo decide a quién? Qué pasa cuando se exceda? Quién puede intentar limitar los males de ese poder desatado, si seguramente lo primero que censure Pandora sea todo desacuerdo con la sostenida apertura de su Caja? En resumida cuenta, no más que el clásico: quis custodiet ipsos custodes?

Y por último, quiero que quien haya llegado a este cuarto punto me acompañe a retomar la validez del velo de la ignorancia, dándole una vueltita más de tuerca. Me remito a dejar que busquen por sí mismos aquellos interesados el desarrollo de este esquema, pero valga como resumen el siguiente.

John Rawls plantea la figura de un velo de ignorancia sobre la propia posición socioeconómica de partida a la hora de plantear el mínimo tolerable como propuesta de Estado, y una red de seguridad social elemental para igualar las oportunidades. La ignorancia de la propia posición de partida, según el, lleva al individuo racional a proponer desde el egoísmo un mínimo de sustentación, en caso de resultar uno ser el desfavorecido en la "lotería genética".

Bien, la propuesta de velo de ignorancia invertido que hago a la hora de juzgar este asunto refiere a considerar, antes que el mínimo deseable, el máximo tolerable de imposición de la autoridad sobre la libertad de expresión. Otra vez imaginándose uno en la posición de partida menos favorable, consideren por un momento la posibilidad de tener una opinión contraria a la impuesta por el Censor. Una opinión fuerte. Vital. Central a nuestros intereses. Relativa a nuestros valores. Basal en nuestro sistema de creencias. Eje de nuestra moral.

Prohibida.

Contradicha.

Castigada.

De la forma que más duro se puede castigar una opinión, que es evitando que se exprese aún antes de salir de nuestro ser. Agotada aún antes de tomar forma, por la internalización del miedo al castigo.

Del terror al tabú. Del pánico a aquello que el poder sabio ha designado que no debe ser visto, nombrado, reído, comentado, discutido.

Y ahí, hecha carne esa idea, planteemos las respuestas a las preguntas originales desde el punto de vista, no del juez imparcial, sino de la posible víctima.

Así es doblemente válida la figura del velo.
Porque tenemos a mano ejemplos palpables.

De miles de víctimas atrapadas tras un velo de ignorancia. Oprimidas por un velo muy físico y real, de tela negra, de la cabeza a los pies.

Ahora queda en Ustedes determinar el grado de arbitrariedad que asignarán a los imanes laicos del buen pensar en la redacción de la shariah políticamente correcta.

Yo elijo declararme hereje a sus profetas de lo correcto.

Y decido vivir aún más cerca de los que sigamos en la búsqueda de reemplazar la igualdad forzada del pensamiento único.

Que no seremos muchos, pero somos por suerte diferentes. Y cada uno tiene para darle a los otros algo rico, algo nuevo, algo honesto, algo propio.

Algo distinto.

viernes, 17 de agosto de 2018

Evacuación

Una experiencia que dejó de ser común y hoy me tocó repetir, el viaje en colectivo. Y la vieja sensación de una vida que, por fortuna, no me tocó vivir.

Pero ahí está, vívido. El recuerdo de lo que no fue.

No es la primera vez que me pasa ir aferrado a esa mole y tener ese ensueño despierto. En el bamboleo del chasis de chapa la mente vuela a un escape de algo de lo que nunca me fui. Y siento que entre mis pies va un bagaje con todas las cosas que nunca tuve y ansío no perder. Es todo lo que pude sacar de un lugar que nunca existió, y es lo único real de la ilusión, porque no puedo describirlo pero se que es lo único que me queda. En esta modernidad observada todo es vidrio alrededor. No hay barreras entre uno y el afuera. Todo lo compartimos.

Eso no. Ese equipaje es mio.

El exterior es todo guerra en mi fantasía, sin importar si llueve o el sol raja la tierra. El espíritu del sobreviviente maneja los sentidos. Mis ojos buscan en las terrazas de la irónicamente nombrada Buenos Aires rastros de la emboscada por venir. Y mi mente no decide si intentan, esos soldados que no son, evitar que me vaya o que me quede.

Si quieren perpetuar el malestar impidiendo la fuga. O asegurándola.

El convoy de sentimientos ya no repta por la irregular superficie mil veces asfaltada de Scalabrini. En mi mente es Canning. Mogadiscio. Xanadu.

Y siento que un alma que no es la mía se siente a salvo en mi cuerpo aferrado a la mole de metal. Que acelera, chirria, frena, chilla. Avanza. Siempre mas lento que lo esperado. Y mas deprisa que de costumbre.

Estoy yendo de un punto a otro de una ciudad que es un país que es un desierto que está repleto de gente que son fantasmas. A buscar algo real nacido en la virtualidad. Sin querer generar expectativas pero desesperado por encontrar.

En ese intervalo de irrealidad estoy siendo. Y veo que el alma de refugiado que persiste dice mas de mi que lo que quiero enterarme.

Busco un lugar que nunca tuve, y me lo reflejo en las treinta cuadras de un 15 a Plaza Italia. Me busco a mi mismo puteando un medio de transporte espacial, por recordarme una procesión atemporal. Que va por dentro.

Me veo llevado en un desvencijo de vanas esperanzas que atraviesa un desierto escapando de la incertidumbre del conflicto para buscar una luz de esperanza en la certidumbre del horror rutinario.

La puta que te re mil pario, Freud.

Sólo aspiraba a no pensar en nada y tomarme un colectivo.

Yendo por primera vez en mucho tiempo a hacer

Algo distinto.

jueves, 9 de agosto de 2018

Memorias de una tragedia por venir - II

En una contienda entre optimates y populares, parece ver a Fortuna empeñarse en que seremos socii observando la carnicería desde la campiña. Plenos de obligaciones y a la expectativa de servidumbre. Aguardando la decisión de Cronos que dará a conocer el nuevo rostro de nuestros opresores. O el antiguo.

Otro movimiento de la guerra civil entre fanáticos del algo, un mero paso de comedia democrático resultó en otro encontronazo que hizo gemir algo mas en sus goznes las puertas del templo de Marte al alejarse entre si. La pretendida asamblea donde debatieran sus razones los tribunos funcionó en los hechos como dos arengas simultáneas hacia la tropa propia. Ahora velan las armas.

Representantes. Representados. Representaciones.

La mera mecánica procedimental de la democracia que supimos conseguir vuelve a resultar insuficiente para evacuar las pasiones. De hecho las inflama.

Los transitorios triunfadores arriesgan ir por mas. Avisoran el Imperio de sus razones trascendentales. Colocan a la institución cuyo jerarca los desconcierta al Norte de la nave errante. David erró el hondazo y huyó por las colinas, hora de buscar mas davides. Ir a por toda oposición. Flexionar el músculo plurimilenial. Con frenesí fanático.

Los abatidos sin bajas renuevan el ímpetu para la revancha. Sienten que haber plantado cara al enemigo inasible es triunfo en la derrota. La lanza hirió a Jerjés, entonces afilan miles de lanzas. Creen saber que tener que bajar al llano, conocer el lodo de las trincheras, saberse desafiado, hiere al enemigo mas que mil escaramuzas. Prepararán mil y una. Con frenesí fanático.

Ambos están en lo cierto. Su camino inevitablemente los lleva al triunfo de su forma de pensar, actuar y sentir. Su forma compartida de hacerlo. Desconocen, todavía, que ambos pueden obtener el triunfo al mismo tiempo, con sólo continuar el camino actual. Ya que su objetivo implícito es desconocido para ellos mismos, aunque lo sienten cocear internamente. Ambos por igual.

El autoritarismo de la uniformidad sobre el individuo demanda el conflicto para surgir. Y, a la larga, ambos extremos expresan en esta cuestión transitoria ese mismo deseo. No es la cuestión práctica el fondo. Es el logro de forzar la uniformidad, ya no de acciones, sino de mentes, el fin último del accionar de las fuerzas antitéticas. Silenciar al que no toma bando activo. Al que no viste el uniforme. Devaluarlo como algo peor que el enemigo, como el remedo cobarde del oponente.

El día después del odiarse entre hinchadas rivales para la función en el Circo Máximo, ya somos caídos los que nos atrevimos a plantear la demencia de los extremos irreductibles. Los que intentamos encontrar a los más lúcidos entre los contendientes y arrimarlos a departir una solución negociada. Sub-óptima para ambos pero tolerable para todos. Sin vencedores ni vencidos. Ni víctimas inocentes.

Miles de Brutos dispuestos a acuchillar a los Césares. Cientos de Crasos dilapidando sus fortunas en busca de Triunfos sin valor. Todos, preludio del Nerón que aún no se avizora, pero puede tranquilamente estar afinando su lira. Para tocar la mas empalagosa sonata sobre el trasfondo de las ruinas crepitantes de la civilidad.

Las fronteras cívicas fueron amuralladas para evitar la invasión de barbaroi, pero qué pasa cuando la horda de destrucción surge de las arcadas del Coliseo al finalizar la función?

Queda una luz de esperanza. Los hubo Cicerones en las posturas encontradas. Prestos a alumbrar con razones la penumbra del conflicto. Fueron los menos. Pero existen.

Queda otra vez en manos del ciudadano de a pie actuar de disco articulador de esa columna social. Atemperar las pasiones. Intentar convertirse en algo que no sea súbdito del señor feudal tras la caída venidera. Ser portadores de libertad y artes. Y no recluirse. Juntarse. Se nos llamará villanos por la forma de agruparnos en tareas colaborativas alrededor de la supervivencia. De formar a partir de la búsqueda del propio interés un espacio de construcción de algo común. Algo existencial. Algo fundamental.

Algo distinto.

martes, 7 de agosto de 2018

Eternally recurrent

He knew the drill pretty well. One short flashback of those twenty something years, the cold steel gun scratching the towel. The head neatly surrounded by that cloth piece, everything in order. Nice and clean, sitting in the bathtub. One last second of doubt, that tiny shaking in the hand, the finding of lacked strength. Eyes firmly shut, a small grinding of teeth pressing each other. The pull of the trigger.

The silence.
And being born all over again.

Since his discovering of the conscious reincarnation, he had been searching for the perfect life experience. Never complete enough, always something went wrong with the craddle lottery. So he started taking the shortcut to reset. As soon as he got offered the first glimpses of suffering and fighting for a living, he would jump from the firm soil of certain disadvantage to the pool of chances.

Yet every single time, it seemed his luck was diminishing, or the world was going to hell altogether. Maybe both.

There had been some good streaks in the past. Fourty years he got as a spoiled millionaire, and when the obvious car crash under influence put an end to those, he came back an even wealthier sole heir of some brutally overpaid footballer, back in the time there were footballers. Around the time they started being slain by headhunters. Along with their families.

But taking a closer look at things, the last maybe ninety births ranged from bad to awful. Nice hospitals giving way to crappy beds giving way to filthy alleys.

And every time he got back and decided to carry on for the first five or seven years to see where things were getting, there was that long period of early numbness. Lack of body control, no free wandering. The sleepiness and the adjoining dreams. And nightmares, loads of them. Terrifying as those were, still they beat the alternative of being awake. And thinking.

Thinking had gotten heavier, nothing resembled that old process of merely associated electric pulses. Perhaps the fact of being a thousand years old was overcooking his Ether with the cold flame of experience. Or, as he started feeling the last dozen of childhoods, there was actually no such thing as thinking; it resembled now a kind of receiving, as if there was an external something putting knowledge in his everlasting mind. And oh boy, some of those new things to know would send shivers through the plethora of spines he had had.

The last two certainties that hit his being had been worse than the usual.

First, he realized that time flew onwards carrying him, whether a material incarnation or a soul waiting for a new carcass. There was no going back to simpler times, and as all around him Ages darkened in turmoil once again, so did he in his many becomings. It doesn't matter what shape the planet under your feet has when time is a long, unidirectional flat line.

And of course there was that freaking sense of karma. Couple of births ago he got as far as getting a quick look around his new reality, clean and safe and warm (oh he missed being warm) until that bomb took away the chance and prospect along with the room and the rest of the hospital. With the place where his unused ears had been until just then still ringing, Truth itself somehow whispered right to his mind that he not only deserved that, but even was the one that caused it, somehow.

And now he felt that was Truth after all.

For never had he guessed how the strings of lives cut short by his own hand could have gotten somewhere to make a better world for himself to go back to. And suddenly it all made sense. His gift was his damnation, fulfilled in the exact moment he realized there was no going back to set things straight, to do something better, something valuable, something that lasted echoing goodness through ages.

Something different.

sábado, 4 de agosto de 2018

Memorias de una tragedia por venir - I

Hoy tiro un texto de no ficción. Hay un tema que me viene dando vueltas en la cabeza hace un buen tiempo y cada vez que lo trato de aclarar se ramifica y dispara cosas nuevas, entonces lo mejor quizá sea empezar por el principio.

Están locos. Pero locos-locos. Dementes. Cuckoo. Se deschavetaron.

No ustedes, los 20 que van a entrar acá a leer ésto. Bah, no sólo ustedes. Me refiero a una inmensa masa de gente que por ruidosa se hace visible. Hoy por el tema aborto, ayer por otra cosa, mañana por una nueva. Están muy mal. Ofendidos, enojados. Sin ningún tipo de empatía. Renunciaron al argumento y eligen la pelea. Sin cuartel ni tregua por los heridos.

Son los fanáticos del ALGO.

Esto intenta ser una suerte de textito introductorio, como decía, a algunas cuantas cosas que vengo sintiendo y pensando. Relacionadas a la libertad, el individuo, el Estado, el espacio público, los espacios privados, las decisiones. Algo de todo esto es aquel hilo de tuits que me compiló gentilmente @Hyspasia acá http://restaurarg.blogspot.com/2018/01/transfobicos.html?m=1

Voy a intentar comenzar por una somera descripción de un problema que surge al intentar plantear cualquiera de esos temas.

ESTÁ MAL. Si, en pleno siglo XXI después de dejar en las llanuras europeas, las estepas rusas, las junglas asiáticas y urbanizaciones de todo tipo y color millones de vidas segadas en nombre de la libertad, hoy está mal plantear una opinión.

Porque alguien se ofende. Porque ataco sus valores. Porque su derecho al confort es absoluto y el mio a opinar debe procurar no molestar su plácida existencia. Aún cuando su placidez implique que su lebensraum avasalle mi persona, parece que debo permitirlo en aras de un pretendido bien común.

Bueno pues no.

Resulta que me valoro un tanto mas que eso. Y valoro a cada individuo de la tierra en forma infinitamente superior a como considero cualquier tipo de "colectivización".

Y por eso me estoy rebelando. Contra la corrección política, a diario. No creo que haya nada que uno no pueda decir. De hecho, el único límite que reconozco a la libertad de expresión es el estar dispuesto a que los demás te consideren un imbécil. Puede pasar. Es su derecho también. Pero elijo seguir siempre pensando que si hay algo tal como "La Verdad", sólo es alcanzable después de sopesar ideas mucho mas vastas que las que caben en una sola mente. Y para poder hacerlo hay que escucharlas.

También puede resultar que no exista tal absoluto. Que lo que necesitemos es alcanzar algún tipo de intermedio negociado con el que podamos convivir.

Cosa de no tener que alzarnos en armas todos contra todos ante cualquier diferencia. Puede que así lo prefieran, pero sería realmente incómodo tener que andar matándonos entre todos para fijar la tasa de promoción de la exploración aeroespacial del Municipio en que vivimos. A mi el anarquismo juvenil se me curó teniendo que trabajar para comer, pero quizá a otros no les funcione. Entonces entra en escena la canalización de la diferencia de opiniones por vías pacíficas.

Y acá tenemos un problema.

Varios.

Resulta que los adelantos tecnológicos al final eran meras herramientas. Un garrote es un pedazo de árbol y para fabricar una ametralladora hace falta mucha ciencia y técnica; pero en cualquiera de los dos casos si en el extremo accionante hay un hijo de puta, en el otro extremo hay alguien en problemas. Con las tecnologías de la información pasa lo mismo.

Hay quienes dicen que los adelantos en los medios de comunicación de masas en la época explican el nazismo. No lo creo así. Pueden haber sido útiles instrumentos para una aceleración de su expansión y una mayor facilidad de su dominio, pero resulta difícil comprender la ideología que subyace ateniéndose al mero instrumento. Sin nacionalismo prusiano en el siglo XIX ni corrientes völkisch nostálgicas de un Imperio que no fue, las cintas de película de Leni Riefenstahl no hubiesen invadido Polonia.

De vuelta al hoy, internet abrió un universo de oportunidades para un mundo de siete mil millones de individuos como no se veía desde la imprenta para una Europa de un puñado de millones. De hecho, la imprenta permitió la difusión rápida de conocimientos que llevó a Occidente a aventajar, siendo que corría desde atrás, a las demás civilizaciones asentadas en el mundo en la época. Y también a las guerras de religión y el Renacimiento y Westphalia y los imperios y las revoluciones liberales y las reacciones nostálgicas y las corrientes völkisch...

Hoy tenemos frente a nosotros la oportunidad de leer, ver, escuchar, a cualquier individuo del mundo que quiera gritar sus verdades. Y de gritar las nuestras, claro.

Ahora bien, eso es fantástico. Creo que estamos en la época histórica justa para haberlo adapado fácil y naturalizado, pero tiene una dimensión impresionante.

Qué pasa entonces? Todo está bien?

No, creo que no. La difusión de ideas es mas sencilla, pero también la creación de ruido. Y en el ruido hace pleno impacto el tema de fondo al que me trae toda esta larguísima introducción.

Estoy visualizando un sentir de época sobre el cual apenas he leído. Nunca sentí nada similar, apenas lo adivino. Me voy a odiar por escribir la palabra clivaje, especialmente porque ésto no es sólo uno de esos. No estamos ante una de las tradicionales enfermedades maniqueas de la argentinidad. Esto no es River-Boca, unitarios-federales, peronistas-antiperonistas. Me temo que es peor.

Lo que mucho me temo es que hay una reconfiguración del ser individual, volviendo a virar desde lo que ES cada uno, hacia aquello a lo que adhiere. Un set de etiquetas que definen a la persona de acuerdo a su pertenencia a tal o cual corriente de pensamiento respecto a un tema, generalmente originada, definida y encasillada desde fuera de la persona. El kit es completo, tómalo o déjalo para pertenecer a nosotros o a ellos.

Es un ambiente muy complicado. Ese subsumir al individuo en colectivos demanda atentar en forma directa contra cualquier tipo de individualidad. Y provee de demasiado poder a algunos que resultan ser la cara visible, militante, estridente, de esos colectivos.

Y esos colectivos chocan. Con suerte en ámbitos de discusión pública. Regulados. Civilizados. A veces en las calles. Los disturbios son buenos, decía Maquiavelo en los Discorsi, porque permiten evaporar la intensidad de las pasiones. Al finalizar, nos sentamos a negociar la convivencia.
Pero, siempre hay un pero. Los disturbios van dejando mella. Las expresiones de los dolidos en la Roma republicana habrán servido para encauzar transitoriamente la violencia y evitar una inestabilidad extendida, pero a la larga los hubo quienes se apoderaron de la representación de esos colectivos afectados. Por supuesto, guerra civil e Imperio sobrevinieron.

Muy bien. Veo que no es privativa de la Argentina esta tendencia. Occidente todo está cayendo en esta colectivización de las pasiones a partir de posturas frente a temas diversos. Discursos radicalizados. Lazos deshechos. No se trata sólo de esta o aquella política, de grado de intervención de la economía o la laicidad del Estado, de aborto o eutanasia o porro libre.

Convertimos en la madre de todas las batallas a cualquiera de éstas; y ya sabemos que la próxima está a la vuelta de la esquina.

Y a veces ni siquiera importa tener razón, o incrementar el propio bienestar a partir de la nueva situación deseada. Parece que les bastase con estar dañando a quien pertenece a un colectivo con el que no estamos de acuerdo en un tema que no es el de marras. Estamos jodidos, de ser así.

Estamos jodidos porque de continuar esta gimnasia de radicalización, reduccionismo y extremismo estamos abonando el territorio para el próximo demente que logre plantar la semilla necesaria para coincidir con una mayoría de esos colectivos. Fea tiranía, la de las mayorías. Imagínense cuando encima están ofendidas.

Queda para otros intentos intentar descular por qué, desde cuándo, si es inevitable. Pero esto es lo que veo. Y por las dudas advierto. Porque frente a el zeitgeist de hacer todo para repetir los errores del pasado a ver cuándo se repiten sus tragedias, preferiría que vayamos pensando la forma de hacer

Algo distinto.

lunes, 23 de julio de 2018

Te fumo

Te fumo.

Hoy no para que me acompañes, ni para que me escuches. Hoy no te fumo para que pensemos juntos en nada. Hoy no te fumo dolores ni llantos, hoy no te fumo a los gritos para asentar la cerveza y empeorar la resaca.

Hoy me siento, nomás, y te fumo. Hoy me toca escucharte yo, susurrando el crepitar. Venga. Dictame mientras te consumís. Vos me estás matando pero yo también, qué nos vamos a poner en reclamos. Decí, decí que yo escribo.

Está frío y oscuro acá afuera. Había perdido la costumbre de fumar sentado. Fumar como actividad, por el gusto de eso mismo. Por eso no entro, por eso no enciendo focos. Si para calor y luz me alcanza con esa brasa.

("Que me abraza" me dictás. Te pusiste boludo con el tiempo. Me niego a escribirlo).

Te fumo pensando en fumar y ya me adelanto a saber que uno no alcanza y dos sobran. Y por no apurarte y por no apurarme, te fumo una pitada larga que llevo al fondo y dos cortitas para que raspe la garganta.

Y otra larga después y bajarla a medias y soplarla sin soplar. Y que se junte el humo en la boca, y hacer circulitos. Con la boca de pescado.

Quedan lindos, armados. Suben un poco porque dónde van a ir, si no, y se recortan contra el cielo estrellado. Y me acuerdo que me enseñó a hacerlos Fer, cuando miro el circulito y miro el cielo. Y puta que lo extraño y me da bronca. Entonces te fumo fuerte y te apago. Para qué te escucho si estaba lo mas bien y me hacés acordar estas cosas.

Estaba fumando nomás.

Antes de irte del todo me decís que a Larralde escribir estas cosas le quedaba mejor. Te piso para no contarte que el problema no soy yo, que a don José le tocaron puchos poetas. Chau, tabaco melancólico. En un rato pruebo con otro. Por ahí me dicta algo mejor.

Algo distinto.

viernes, 20 de julio de 2018

Querido amigo

Querido amigo:

Insoportables resultaron los minutos a la espera de tu llegada. Ansioso siempre fuí, pero seamos justos en reconocer que lo grato de tu compañía siempre lo ameritó.

Es cierto que nunca quise que me pensaras de esta forma. Pero también lo es que siempre conociste mi ansiedad y dedicación obsesiva. Mi afición por honrar la palabra. Hasta laúltima letra, y número.

En su momento, hasta tiempo para reírte de ellas te hiciste.

Mi desaparición resultará jocosa, quizá, para algunos. Inadvertida para los mas. Dolorosa, creo que para nadie.

Pues bien, te cité para comentarte una situación curiosa. En forma personal, claro, ¿quién sabe quién escucha cuando uno habla por esos aparatos?

A esta altura seguro ya imaginas recordar aquella toxina por la que consultaste tantos laboratoristas en nuestros tempranos años de negocios fallidos. Aquella que en nimias dosis podría curar tantos males.

Pues bien, la vida siguió para todos menos para mi curiosidad, y descubrí dos cosas respecto a la misma. La primera, relativamente sencilla. Se encuentra prohibida en cualquier país con conocimiento sobre ella, dado que no existe dosis mínima inocua.

La segunda es que mezclada con ácido cítrico pierde su color característico y se torna transparente.

Inútil aunque maravillosa revelación, explicación suficiente para que la misiva que sostienes huela a limón.

Mero caracter temporal tenga tu rabia en estos momentos. Huelga contarte que la solución la tiene el boticario de la calle 3, a sólo diez minutos de carrera desde la puerta de mi casa. Antes que te fatigues en forma innecesaria, ha cerrado a las cinco y media.

Claro, a las cinco se suponía llegabas a mi casa. De donde estoy saliendo. A las cinco y veinte.

Supongo, mascullando algo respecto de tu naturaleza impuntual.

Sólo espero no tuvieras razón respecto a la inexistencia de vida después de la muerte. Y si, por otro lado, tengas una buena excusa para la demora.

Cariños,

algodistinto

Post scriptum: de no ser Usted el destinatario obvio, por favor sírvase devolver esta esquela al lugar donde la ha hallado, y proceda a culminar el sacie de su curiosidad en la privacidad del cuarto de baño. Rápido y en silencio, que debe estar por llegar mi amigo.

Tarde, claro.

Bienvenida



There ought to be something else. He just could not stop thinking about that. Fair enough, thinking was the only thing he could do at all.
For there was no flavor in doing what had already been done. Or would be done, eventually.

Hace quizá ya demasiado tiempo que vengo pensando este espacio. Tanto, que la gran mayoría de su contenido previsto, aún sin salir nunca de mi cabeza, está caduco. Creo que había nacido original, fue copiado sin antes ser, se puso de moda y se desvaneció, sin haber visto la luz.

Reality had become something fluid after itself happened. Or didn't happen. Would happen. Or not.
One funny thing about being an almighty eternal entity was that what was meant to be started and ended inside itself. So it had to become nothing. Your only true limitation might be yourself, but as you happen to be the one thing that has ever been, you become just too powerful. And so are your limits.
Having been, being and going to be the only thing that encompassed it all, nothing else was around but void. And for his sake, he abhorred the vacuum.

Entonces aquí vamos de vuelta. He sabido escribir cosas horribles en dos idiomas, muchas. Y de vez en cuando pasajes rescatables. Hay frases, algunas me parecen buenas, que quedaron reverberando en mi cabeza desde siempre, desde esos intentos de escritos. Quizá sean robadas. Las buenas.
Un poco por eso voy a intentar otro blog. A mí me sirve escribirlo y con eso me basta para empezarlo. Después de todo, la terapia es hablarse a uno mismo.

Then of course, the chance of thinking the unthinkable arose. Everything that would ever be was already, but the only reason for it to be like that was its own being. The occasion stood there, nowhere, to create a lack of room for another existence to get to rebel. And exist.

Mi intención es crear un espacio completamente anárquico surgido de la ausencia total de disciplina al escribir. Aunque con un poquito de auto exigencia estilística. A ver si todavía surge algo novedoso.

In the beginning there was Everything and Nothing.

So he saw there was no more
Than darkness and he thought
It wasn't right at all.

Beyond the silent landscape
He heard the lack of noise
Then made the sound have weight.

And to mean something it came.

The words he never learnt
Forgotten never were
Flew rushing to himself.

Let there be, he said.
Something different.

Va a tener muchísimo más sentido si te provoca algo a vos. Responder. Apreciar. Sonreír. Putearme, vamos, que es gratis. Un poco tiene intención de sobresalir del ruido imperante. Y llevar a que aparezca algo en la interacción que a priori no es mejor ni peor.

Es simplemente algo distinto.