viernes, 20 de julio de 2018

Querido amigo

Querido amigo:

Insoportables resultaron los minutos a la espera de tu llegada. Ansioso siempre fuí, pero seamos justos en reconocer que lo grato de tu compañía siempre lo ameritó.

Es cierto que nunca quise que me pensaras de esta forma. Pero también lo es que siempre conociste mi ansiedad y dedicación obsesiva. Mi afición por honrar la palabra. Hasta laúltima letra, y número.

En su momento, hasta tiempo para reírte de ellas te hiciste.

Mi desaparición resultará jocosa, quizá, para algunos. Inadvertida para los mas. Dolorosa, creo que para nadie.

Pues bien, te cité para comentarte una situación curiosa. En forma personal, claro, ¿quién sabe quién escucha cuando uno habla por esos aparatos?

A esta altura seguro ya imaginas recordar aquella toxina por la que consultaste tantos laboratoristas en nuestros tempranos años de negocios fallidos. Aquella que en nimias dosis podría curar tantos males.

Pues bien, la vida siguió para todos menos para mi curiosidad, y descubrí dos cosas respecto a la misma. La primera, relativamente sencilla. Se encuentra prohibida en cualquier país con conocimiento sobre ella, dado que no existe dosis mínima inocua.

La segunda es que mezclada con ácido cítrico pierde su color característico y se torna transparente.

Inútil aunque maravillosa revelación, explicación suficiente para que la misiva que sostienes huela a limón.

Mero caracter temporal tenga tu rabia en estos momentos. Huelga contarte que la solución la tiene el boticario de la calle 3, a sólo diez minutos de carrera desde la puerta de mi casa. Antes que te fatigues en forma innecesaria, ha cerrado a las cinco y media.

Claro, a las cinco se suponía llegabas a mi casa. De donde estoy saliendo. A las cinco y veinte.

Supongo, mascullando algo respecto de tu naturaleza impuntual.

Sólo espero no tuvieras razón respecto a la inexistencia de vida después de la muerte. Y si, por otro lado, tengas una buena excusa para la demora.

Cariños,

algodistinto

Post scriptum: de no ser Usted el destinatario obvio, por favor sírvase devolver esta esquela al lugar donde la ha hallado, y proceda a culminar el sacie de su curiosidad en la privacidad del cuarto de baño. Rápido y en silencio, que debe estar por llegar mi amigo.

Tarde, claro.

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