There are some weird facts about my personal history I've always enjoyed.
A mixture of being grumpy and mature and a disposition to enjoy mainly conversations with older people (or those of my age that shared some of those traits) seemed to confuse people about my age.
Being of an early large build (my current 180 cm where already there when aged 14, not really fat nor thin but just large) kind of helped.
Everybody, everywhere, just assumed I was older than my ID said.
I can't recall the last time someone asked me for my papers to check whether I was old enough for something. I'd just go chin up facing straight to a disco's ticket booth, or an airport counter, and buy or enter whatever 18+ restricted thing I wanted to.
There actually was this one time when they asked my parents to testify I was just thirteen so I could play with my 7th grade soccer team against other schools. That poor full back standing two stories below me never knew what hit him. If you're there, I'm still sorry, midget.
Anyhow, I'm coping now with the fact that way of life I grew used to is fading out. In mi middle thirties now, I reached at long last the age I seemed to have this last ten years. Fewer and fewer "oh, so young and doing that already!". And every more often the underachiever threatening to show up in full face.
So I'm starting lo live the age I seem to have. Let's just hope I'm not becoming that asshole version of Benjamin Button some guys are, when they realize they forgot to be young when they should and start acting their teens when they turn fourty.
Not being yet a dad might not be helping. But that's not it. I guess I'm not really being fully fair with myself either, but hey, this is my balance and I hurt my own ego with it as much as I need to.
It's just that... hey, I dunno, if I knew what the heck it is I wouldn't be saving a few bucks in therapy writing such an outspoken lethany. I'm just feeling weird about being. In your face, Nietszche.
Perks of getting older.
Regrets, I have a few. Still, most of them are about not having done something rather than doing it the wrong way. Guess I'm more an "I'm sorry I did" than a "Can I do?" kind of guy. And I'm not old enough yet to have lost my chance to try most of what I long for.
Why is all this crap coming out today? Well, I wasn't granted the gift of walking on water or bringing dead back to life, and yet I have managed to outlast Jesus by acomplishing my thirty-fourth turn round the Sun.
On His defence, well, he had saved the whole humankind's souls by this time, and I couldn't really even save mine from myself. Yet.
But, I'm hanging on the hope I just might live through some couple more seasons so as to become, and cause, something that leaves a lasting footprint on others. A good one.
So eventually one day people will say that I was in their lives
Something different.
martes, 23 de octubre de 2018
lunes, 22 de octubre de 2018
Memorias de una tragedia por venir - IV
La superioridad amoral.
Resulta que nos encontramos a aproximadamente un año de votar menos malo otra vez. Ni el mas convencido de hace tres años tiene resto para sacarle lustre a una chapa que no sea la de desencantado, salvo quizá el que mordió una porcioncita de gasto público. O el que es muy obtuso.
Y sin embargo estamos por entrar de lleno de vuelta en la vorágine polarizante. De acá a doce meses quedan miles de cajones por quemar, pero en principio se adivina que no hay forma de evitar un doble turno electoral (triple, si contamos la PASO). Mucho, demasiado desgaste para alguien medianamente informado.
Lo mas desgastante del caso es que servirá, me temo, como nueva puesta en escena de una novedosa costumbre que ya hicimos tradición. Prepárense para un año de conflicto real pero, aún peor, en el campo sentimentalista, en que seremos pontificados por los portadores de la pretendida superioridad moral que sustenta, desde el discurso, la existencia del conflicto permanente.
Y van a tirarse con de todo.
Creo que va a quedar por fin claro para los que intentamos no formar parte que la dinámica de moda nada tiene que ver con la búsqueda de algún tipo practicable de certeza de convivencia. Con el acuerdo sobre una serie de básicos must y must nots que otorguen previsibilidad a nuestro accionar (y al de quienes nos rodean, abrazan y recaudan, y de quienes pretenden hacerlo).
Antes bien, preveo una competencia por exponer y defender, lejos de toda argumentación sana, una serie de capas de posiciones irreductibles en temas muy diversos, los cuales serán cuidadosamente elegidos no con atención a su utilidad en la mejora de la vida obligadamente común que llevamos los aquí instalados, sino su percibido efecto electoral.
Pero esta práctica usual en el juego democrático (con honrosas y contadísimas excepciones de gente que se ha mantenido en sus principios -y a menudo ha elegido perder por ello-) vendrá acompañada de los condimentos del maniqueísmo y la i-lógica dual, supongo que hasta el paroxismo, dado que habrá suficiente combustible billeteril para incendiar en la hoguera de las pasiones.
Casi que veo venir las grietas, en presentaciones a mas extrema que la anterior, que serán eje. Nosotros seremos buenos, ángeles impolutos en pugna con ellos que serán malos, demonios pútridos, cuando queramos la minarquía inoperante o el elefante sovietista, aborto full o sotanas, falopa libre o gendarmes, vouchers o adoctrinamiento. Nosotros podemos mostrar que ellos fueron malos, posiblemente sin necesitar ni siquiera indicar que somos buenos, o al menos mejores. Alcanza con construírlos tan malos como para que seamos menos malos.
Y, por sobre todo, difundir esa construcción y que se haga carne en los que, desgraciados ellos, no tengan alternativa a escucharnos.
Vamos a machacar la oferta rival recordando todo lo malo que hizo en el pasado el propagador de la misma. O sus parientes, tutores, amigos, mentores, homónimos, qué joder. Capaz incluso con algunas verdades, para condimentar.
Pero, y esto es la clave. Vamos a martirizar al receptor del mensaje. Sacrificar su voluntad en el altar de nuestras intenciones. Denostarlo si duda. A los tibios los vomita el ganador, que lo sepan, teman y recuerden. O es fanático o le lloverán males. Preferimos que sea fanático del otro, dado que en la dimensión agonal es fácil la regla. Esta trinchera es para que los buenos mueran matando a los malos que están en aquellas trincheras. Lo colateral ni lo contamos. O quizá si: otro enemigo en potencia que merece ser destrozado.
La superioridad amoral marca que lo que propalamos puede ser A, no A y B todo a un tiempo. La lógica ha muerto en la inmediatez, la Verdad es tal porque la emanamos nosotros, acá y ahora. Ni siquiera importa lo que emitimos recién. Somos seres modernos del momento y el pasado es a lo que no queremos volver, o no?
Esta endeblez de la realidad sólo puede generar angustia. Y de la angustia puede provenir dolor, violencia y movimiento. Good. Exhudarán ustedes al adherir toda esa violencia contra el no-nosotros. Esos ellos son los culpables de la angustia. A moverse que hay que aplastarlos.
Malaventurados los pobres que intenten encontrar en este ruido una armonía, pues de ellos será el reino del castigo perpetuo. Malditas sus realidades si se permiten ilusionarse con la clemencia. Si hasta parte de los entusiastas serán rotulados como traidores para mantener viva la llama de la nada, qué esperan que les toque a Ustedes?
Apúrense a asumir etiquetas y elevar banderas en sus mástiles. Cortos, los mástiles, dado que las banderas cambiarán a diario y los queremos fatigados pero no tanto.
O, elijamos ser humanos, evadirnos del ruido y limitarnos a observar desde una distancia segura cómo lo que se supone sea un tejido social de individuos interdependientes no es mas que masas en conflicto permanente. Sin sentido, con la única finalidad del conflicto mismo, que permite que nada cambie en absoluto y la voluntad de mejora se evapore y condense en voluntad de empeorar al otro.
Eurasia, Estasia y Oceanía se disputan millones de corderos. Mediante el recurso de pelearse sin pelear.
La única alternativa viable para los corderos parece ser darse cuenta de que en verdad todo eso es una ficción. Hasta risible. Procurar cerrar los vasos comunicantes hacia esa irrealidad y construir algo palpable de la forma tradicional. Uno a uno, entre individuos libres. Cada cual elige con quienes tiene afinidad o qué diferencias disfruta, en tanto sea lejos de la homogeneización impuesta.
Porque lo lindo del tiempito que tenemos acá es encontrar en el otro desigual a nosotros algo que no nos podemos dar a nosotros mismos, y que menos podemos buscar entre los que han sido uniformados.
Algo que sólo se encuentra en humanos que pueden permitirse tener diferencias entre sí.
Algo que se opone a lo que nos obligan a tomar como credo.
Algo que no es lo obligatorio en el cánon dualista.
Algo distinto.
Resulta que nos encontramos a aproximadamente un año de votar menos malo otra vez. Ni el mas convencido de hace tres años tiene resto para sacarle lustre a una chapa que no sea la de desencantado, salvo quizá el que mordió una porcioncita de gasto público. O el que es muy obtuso.
Y sin embargo estamos por entrar de lleno de vuelta en la vorágine polarizante. De acá a doce meses quedan miles de cajones por quemar, pero en principio se adivina que no hay forma de evitar un doble turno electoral (triple, si contamos la PASO). Mucho, demasiado desgaste para alguien medianamente informado.
Lo mas desgastante del caso es que servirá, me temo, como nueva puesta en escena de una novedosa costumbre que ya hicimos tradición. Prepárense para un año de conflicto real pero, aún peor, en el campo sentimentalista, en que seremos pontificados por los portadores de la pretendida superioridad moral que sustenta, desde el discurso, la existencia del conflicto permanente.
Y van a tirarse con de todo.
Creo que va a quedar por fin claro para los que intentamos no formar parte que la dinámica de moda nada tiene que ver con la búsqueda de algún tipo practicable de certeza de convivencia. Con el acuerdo sobre una serie de básicos must y must nots que otorguen previsibilidad a nuestro accionar (y al de quienes nos rodean, abrazan y recaudan, y de quienes pretenden hacerlo).
Antes bien, preveo una competencia por exponer y defender, lejos de toda argumentación sana, una serie de capas de posiciones irreductibles en temas muy diversos, los cuales serán cuidadosamente elegidos no con atención a su utilidad en la mejora de la vida obligadamente común que llevamos los aquí instalados, sino su percibido efecto electoral.
Pero esta práctica usual en el juego democrático (con honrosas y contadísimas excepciones de gente que se ha mantenido en sus principios -y a menudo ha elegido perder por ello-) vendrá acompañada de los condimentos del maniqueísmo y la i-lógica dual, supongo que hasta el paroxismo, dado que habrá suficiente combustible billeteril para incendiar en la hoguera de las pasiones.
Casi que veo venir las grietas, en presentaciones a mas extrema que la anterior, que serán eje. Nosotros seremos buenos, ángeles impolutos en pugna con ellos que serán malos, demonios pútridos, cuando queramos la minarquía inoperante o el elefante sovietista, aborto full o sotanas, falopa libre o gendarmes, vouchers o adoctrinamiento. Nosotros podemos mostrar que ellos fueron malos, posiblemente sin necesitar ni siquiera indicar que somos buenos, o al menos mejores. Alcanza con construírlos tan malos como para que seamos menos malos.
Y, por sobre todo, difundir esa construcción y que se haga carne en los que, desgraciados ellos, no tengan alternativa a escucharnos.
Vamos a machacar la oferta rival recordando todo lo malo que hizo en el pasado el propagador de la misma. O sus parientes, tutores, amigos, mentores, homónimos, qué joder. Capaz incluso con algunas verdades, para condimentar.
Pero, y esto es la clave. Vamos a martirizar al receptor del mensaje. Sacrificar su voluntad en el altar de nuestras intenciones. Denostarlo si duda. A los tibios los vomita el ganador, que lo sepan, teman y recuerden. O es fanático o le lloverán males. Preferimos que sea fanático del otro, dado que en la dimensión agonal es fácil la regla. Esta trinchera es para que los buenos mueran matando a los malos que están en aquellas trincheras. Lo colateral ni lo contamos. O quizá si: otro enemigo en potencia que merece ser destrozado.
La superioridad amoral marca que lo que propalamos puede ser A, no A y B todo a un tiempo. La lógica ha muerto en la inmediatez, la Verdad es tal porque la emanamos nosotros, acá y ahora. Ni siquiera importa lo que emitimos recién. Somos seres modernos del momento y el pasado es a lo que no queremos volver, o no?
Esta endeblez de la realidad sólo puede generar angustia. Y de la angustia puede provenir dolor, violencia y movimiento. Good. Exhudarán ustedes al adherir toda esa violencia contra el no-nosotros. Esos ellos son los culpables de la angustia. A moverse que hay que aplastarlos.
Malaventurados los pobres que intenten encontrar en este ruido una armonía, pues de ellos será el reino del castigo perpetuo. Malditas sus realidades si se permiten ilusionarse con la clemencia. Si hasta parte de los entusiastas serán rotulados como traidores para mantener viva la llama de la nada, qué esperan que les toque a Ustedes?
Apúrense a asumir etiquetas y elevar banderas en sus mástiles. Cortos, los mástiles, dado que las banderas cambiarán a diario y los queremos fatigados pero no tanto.
O, elijamos ser humanos, evadirnos del ruido y limitarnos a observar desde una distancia segura cómo lo que se supone sea un tejido social de individuos interdependientes no es mas que masas en conflicto permanente. Sin sentido, con la única finalidad del conflicto mismo, que permite que nada cambie en absoluto y la voluntad de mejora se evapore y condense en voluntad de empeorar al otro.
Eurasia, Estasia y Oceanía se disputan millones de corderos. Mediante el recurso de pelearse sin pelear.
La única alternativa viable para los corderos parece ser darse cuenta de que en verdad todo eso es una ficción. Hasta risible. Procurar cerrar los vasos comunicantes hacia esa irrealidad y construir algo palpable de la forma tradicional. Uno a uno, entre individuos libres. Cada cual elige con quienes tiene afinidad o qué diferencias disfruta, en tanto sea lejos de la homogeneización impuesta.
Porque lo lindo del tiempito que tenemos acá es encontrar en el otro desigual a nosotros algo que no nos podemos dar a nosotros mismos, y que menos podemos buscar entre los que han sido uniformados.
Algo que sólo se encuentra en humanos que pueden permitirse tener diferencias entre sí.
Algo que se opone a lo que nos obligan a tomar como credo.
Algo que no es lo obligatorio en el cánon dualista.
Algo distinto.
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